La Armada española encarna una gran historia de éxito, a pesar de las numerosas mentiras que persiguen sus principales victorias y sus supuestas derrotas. El mayor especialista en este campo en España se sirve de tres episodios repletos de bulos para destapar su leyenda negra.
En estas páginas se analiza la rivalidad con Inglaterra que ha dado lugar a tanta desinformación. Ni España perdió el tridente de los mares en el siglo XVIni la Armada Invencible fue la gran derrota militar que la propaganda anglosajona dejó escrita. Además, la batalla de Trafalgar puso en valor cómo la Armada Ilustrada, arrastrada por errores políticos hacia un auténtico desastre, supo actuar de manera profesional y heroica incluso en las circunstancias más adversas.
La guerra contra Estados Unidos de 1898 sirve de colofón a esta manipulación del pasado. La brevedad del conflicto y el trabajo de la prensa amarillista dieron a entender que una flota de velas y madera, sin puntería ni cañones modernos, había sido arrasada por una fuerza acorazada y una tecnología superior. Un simple análisis de las fuerzas enfrentadas expone la falsedad de esta visión aún vigente.
Lejos de ser una fuerza anticuada o en decadencia, el poderío español se mantuvo en vanguardia desde los albores de la Edad Moderna hasta comienzos del siglo XX.
¿Qué ha ocurrido para que la libertad se haya convertido en un eslogan de la derecha y para que la obediencia parezca ser un valor de la izquierda? ¿No habrá detrás de este curioso desplazamiento ideológico una concepción diferente de la libertad en una sociedad democrática? Tomando como hilo conductor la idea de libertad, este libro analiza el futuro de la democracia y los nuevos paisajes ideológicos, ofrece algunas claves para entender el comportamiento de sus actores, se pregunta qué dimensiones de la sociedad debemos democratizar y cómo afrontar las crisis a las que nos enfrentamos.
Quien en nombre de su derecho a hacer lo que le dé la gana no interioriza el impacto que sus acciones pueden tener sobre otros termina contribuyendo a construir una sociedad en la que muchos verán reducidas las posibilidades de hacer lo que les dé la gana. Al cuidar lo común no estamos rindiéndonos a una estructura neutra o ajena, sino a algo de lo que se nutre nuestra libertad personal. Jon Elster, uno de los más destacados pensadores republicanos, glosaba la figura de Ulises dejándose atar para no sucumbir a los cantos de las sirenas. Nos recordaba así que muchas veces la mejor manera de preservar la libertad es atarse, no tanto para respetar la de los demás, sino para protegerse de las torpezas que podría uno cometer si llama libertad a cualquier cosa. El actual contrato social, sostiene Daniel Innerarity en estas páginas, está demandando una autolimitación de la libertad personal para asegurar la supervivencia de la humanidad en el planeta.
El título de esta compilación de ensayos del liberal peruano Héctor Ñaupari es representativo de su contenido: un amor por la libertad que brilla a través de textos de carácter. El liberalismo no borra los perfiles de la persona, nos dice Ñaupari en estas páginas. Al contrario, se aferra al carácter único de cada uno de nosotros para reconocer una dignidad genuina, y que es común a todos. Ser diferentes es, por tanto, lo que nos hace iguales en dignidad, y lo que sostiene esta concepción rica, humana, del liberalismo, que tan bellamente recoge el escritor.