La nostalgia de la inocencia, el retrato sin concesiones de una humanidad que sufre: numerosas son las afinidades que unen la obra de Irène Némirovsky con la de Antón Chéjov. Nacida en 1903, un año antes de la muerte de este, la autora de Suite francesa quedó prendada por la trayectoria y el destino del célebre escritor ruso. Precisa, íntima y profundamente conmovedora, esta biografía, que es también una magnífica panorámica de la literatura rusa, revela la compleja personalidad de Chéjov, con todos sus padecimientos, anhelos, frustraciones y esperanzas.
Publicada en 1946, cuatro años después de la trágica desaparición de Irène Némirovsky, La vida de Chéjov evoca las extraordinarias coincidencias entre dos almas sorprendentemente afines.
Raymond Chandler fue, junto con Dashiell Hammett, el renovador y el maestro indiscutido del género policiaco. Sus siete novelas tienen una categoría literaria sorprendente en un campo en el que nadie, hasta aquel momento, esperaba calidad. Y es que Chandler era, ante todo, un escritor inteligente.
Despedido de su empleo como ejecutivo de una compañía petrolera por su afición a la bebida, el hombre que reveló el lado oscuro de la opulenta sociedad californiana en novelas como El sueño eterno, La ventana siniestra y El largo adiós no empezó a escribir hasta los cuarenta y cuatro años. Poco tiempo después, el detective Philip Marlowe, héroe de sus novelas, había conquistado al público de todo el mundo. Pero Chandler no se dejó seducir por el éxito: junto con su esposa Cissy —casi veinte años mayor que él— llevó una vida de insólito aislamiento. Por ello, porque muy poco se había sabido de Chandler hasta el momento, es especialmente interesante el estudio de Frank MacShane, basado en el testimonio de quienes conocieron al gran escritor, en su correspondencia y en sus textos inéditos.
Javier Varela sigue en estas páginas el polemico itinerario del escritor y periodista, desde sus inicios en el ultraísmo y la bohemia literaria hasta su consagración como uno de los cronistas más prestigiosos del siglo XX, al principio en la órbita liberal y despues como adalid de las derechas antirrepublicanas. Corresponsal en Berlín (1933) y Roma (1936-1940), el periodista vivió en el París ocupado por los alemanes (1940-1943) y esa etapa, en la que se dedicó a la intermediación de falsificaciones de obras de arte y otros tráficos heterodoxos, señala el momento más oscuro de su trayectoria. De vuelta a España, en Sitges, tuvo que afrontar el veto de las autoridades oficiales y un proceso de depuración en Francia, pero una vez instalado en Madrid reanudó su carrera como uno de los periodistas más populares entre los años cuarenta y sesenta, colaborador en los principales diarios del momento.