La cultura del pueblo en la antigua Roma.
Las historias de Roma suelen hablarnos tan solo de las élites dirigentes y de su cultura. Este libro, por el contrario, se refiere al pueblo romano: a la masa de 50 a 60 millones de artesanos, trabajadores, campesinos, mendigos o esclavos que formaban el 99 por ciento de la sociedad y que compartían una cultura integrada por sus estrategias de vida y por sus formas de entretenimiento, en ocasiones netamente subversivas. Jerry Toner nos introduce en este “mundo al revés” y nos guía por terrenos fascinantes, y hasta ahora mal estudiados, como el de la salud mental en unos tiempos llenos de tensiones o el de la historia sensorial, en un intento de reconstruir un mundo de sentidos, olores y sensaciones que separaba al pueblo de la élite, y que es también muy distinto al nuestro.
Un apasionante viaje al futuro del amor y el sexo en la era de la Inteligencia Artificial
¿Cómo será el amor de aquí a treinta años? ¿Existirá tal y como lo conocemos? ¿Viviremos con menos vínculos humanos? ¿Tendremos relaciones sexuales y afectivas con robots? A caballo de la tecnología, la experiencia humana del amor está cambiando a la velocidad de la luz y eso, indica Roanne van Voorst al comienzo de este libro, «puede tener consecuencias sobre lo que nos caracteriza como especie».
Los cambios en las relaciones afectivas ya se advierten en el actual éxito de las apps de citas, el auge del poliamor y la mayor tasa de soledad. Para 2050, uno de cada dos europeos vivirá solo y el 10 % de los jóvenes estará abierto a convivir con un robot. Un escenario que augura cambios fundamentales y apasionantes retos en nuestra manera de entender el afecto.
Con inteligencia, apertura de mente y gran capacidad divulgativa, la antropóloga Roanne van Voorst analiza las profundas modificaciones sociales que se están operando y las luces y sombras en torno a las relaciones humanas.
Sexo con robots y pastillas para enamorarse es el resultado de tres años de investigación, un apasionante viaje al futuro para el que la autora no ha escatimado fuentes de información: «Para escribir este libro tomé pastillas para enamorarse, entablé una amistad virtual, alquilé un amigo humano, contraté a una masajista erótica, compartí cama y sofá con muñecos sexuales y coqueteé con la inteligencia artificial».
Hay escritores con manías dignas de un loquero y vidas tan asombrosas que hacen palidecer a las de sus propios personajes.
Novelistas incapaces de escribir una página sin tener una copa en la mano o tan prolíficos que acabaron asfixiados en su propio ego. Un Hemingway yéndose al otro mundo en circunstancias exactas a la que eligió su padre, dos de sus hermanas y una nieta. Un Scott Fitzgerald que entraba a los casinos a cuatro patas o una Virginia Woolf que no soportaba leer sus textos. Por no hablar de un Juan Ramón Jiménez que descartó ir a recoger en persona el Premio Nobel porque Suecia quedaba lejos, hacía frío y tenía pánico a morir por el camino. La historia de la literatura está repleta de pasajes y autores llenos de secretos, extravagancias y pecados inconfesables.