La invasión rusa de Ucrania, en la madrugada del 24 de febrero de 2022, trajo al mundo el inquietante recuerdo del estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914. Al igual que cien años antes, el peligro inminente de una conflagración había estado a la vista de todos. En la ciudad polaca de Przemyśl, situada justo al otro lado de la frontera ucraniana, los ecos de 1914 resonaron con una fuerza ensordecedora. Al comienzo de la Gran Guerra, cuando el ejército del zar Nicolás II marchó hacia el oeste y parecía a punto de invadir la Europa central, fue a Przemyśl, una vetusta ciudad-fortaleza del Imperio austrohúngaro, adonde escaparon oleadas de refugiados en busca de un lugar seguro. Y fue Przemyśl, ciudad multiétnica habitada por polacos, ucranianos y judíos, quien desafiaría el sueño zarista de crear una “Gran Rusia” hasta los Cárpatos. Allí se libraría una de las batallas decisivas de la Gran Guerra, un encarnizado y despiadado asedio que frenó en seco la feroz acometida rusa contra las Potencias Centrales que hubiera cambiado el sino de la guerra. Una desgarradora historia que, a pesar de su capital relevancia, permanece casi desconocida en Occidente.
Un libro que nos invita a redescubrir los cuentos de hadas de la mano de uno de los psiquiatras y psicólogos infantiles más influyentes del siglo XX.
El doctor Bettelheim nos enseñó en este libro maravilloso que los cuentos de hadas son una fuente inagotable de placer estético y tienen una gran influencia en la educación de los niños.
Una lectura indispensable para comprender e implicarse con sus saberes, de manera activa y solidaria, en la coyuntura sociohistórica que estamos atravesando. Prólogo de Javier Melloni... Tanto el psicoanálisis como la espiritualidad se adentran en un espacio sagrado: el interior del ser humano. Ambas son una forma de contemplación. En estas páginas, Roberto Longhi comparte su experiencia psicoanalítica y señala sugerentes afinidades entre las sesiones de psicoanálisis y la meditación, y va integrando diversas polaridades: dos sujetos (yo y no-yo), dos mediaciones (palabra y silencio), dos estados (plenitud y vacío). Todo ello no lo hace de una forma sistemática, sino que va apareciendo, como las flores silvestres que uno va encontrando a medida que recorre un paisaje lleno de sutiles ondulaciones. Sin embargo, lo que al principio es una simultaneidad, poco a poco se convierte en una progresión. Si bien al comienzo psicoanálisis y meditación están en una relación de complementariedad y simultaneidad, acaba produciéndose una traslación: del psicoanálisis a lo espiritual.