En este estudio de la humanidad moderna, Hannah Arendt reflexiona sobre la dimensión activa de los seres humanos, es decir, sobre su capacidad de intervenir en el mundo por medio del trabajo, la obra y la acción. Arendt analiza tanto las capacidades humanas cuya finalidad básica es atender a las necesidades de la vida como la sublimación de estas en otra más trascendental, la capacidad de ser libres, para considerar nuestra condición a través de nuestros más recientes temores y experiencias.
El emperador Marco Aurelio Antonino fue consignando en privado este ejemplo único de escritura de sí y sobre sí, enmarcado en la filosofía estoica, durante los años en los que comenzó la decadencia de Roma. Al margen de la corte, la púrpura y las convulsiones de la época en la que fue redactado este diario de mejora personal, sus hondas reflexiones apuntan a la constitución desnuda de cualquier ser humano.
Ernst H. Gombrich estaba firmemente convencido de que, con las palabras adecuadas, a un niño inteligente se le podía explicar el más complejo de los conceptos. Acababa de leer un libro inglés de Historia para niños y, decepcionado por su calidad, se propuso hacer él lo propio. Lo escribió en tan solo seis semanas y tras su publicación, en 1936, se convirtió en un éxito al instante. En su fabuloso recuento de la historia mundial, las figuras más emblemáticas se convierten en personajes épicos y los acontecimientos históricos en aventuras trepidantes.
La perspectiva y el género elegidos por Gombrich convierten su libro en el antecesor moderno de otros tratados, como El mundo de Sofía de Jostein Gaarder o Ética para Amador de Fernando Savater, que, tras su apariencia de texto dirigido a los jóvenes, tocan cuestiones de hondo calado en el campo de las humanidades.
Una obra moderna y de plena vigencia, de perspectiva amplia y profunda, un clásico imperecedero que, por su optimismo, su amenidad y su sensibilidad, se lee como una novela.