Este libro tiene su origen en la profunda convicción de Karl Kerényi de que había llegado el momento de escribir una mitología griega que no estuviera destinada a especialistas en estudios clásicos, historia de las religiones o etnología, tampoco a los niños –para quienes había sido adaptada según discutibles puntos de vista educativos–, sino a aquellos adultos que sencillamente desearan conocer, más allá de su carácter narrativo, el profundo significado psicológico de los mitos.
Haciendo acopio de una gran cantidad de fuentes, Kerényi nos ofrece una diáfana y a la vez erudita exposición de los mitos griegos más relevantes: la compleja genealogía de las divinidades primordiales, como Océano, la Noche y el Caos, y de los titanes; las diosas olímpicas, entre ellas Afrodita bajo sus diversos aspectos; Zeus y todas sus esposas; Metis y Palas Atenea; Apolo y Ártemis; Hermes, Pan y las Ninfas; Posidón y sus mujeres; el Sol y la Luna; Prometeo y la raza humana; los dioses ctónicos Hades y Perséfone, o el inefable misterio de Dionisos.
La palabra geopolítica se aplica generalmente al estudio de las rivalidades entre los Estados. Este libro plasma una concepción de la geopolítica definida y aplicada por el geógrafo francés Yves Lacoste y por la revista que él fundó en 1976: Hérodote. Aborda la geopolítica como un método de análisis de los antagonismos que pueden desarrollar grupos inscritos en territorios concretos, de magnitud y naturaleza variadas. Desde esa perspectiva, se plantea el Estado como un modo de organización social y política cuyas rivalidades internas (entre los ciudadanos de un mismo país) deben ser analizadas para asimismo entender las relaciones internacionales.
La cartografía a distintas escalas de los fenómenos estudiados es un elemento fundamental del análisis geopolítico, así como los esquemas para visualizar el papel de los protagonistas. Por ello, esta obra ofrece una treintena de mapas y esquemas realizados por especialistas –y homogeneizados por el ingeniero cartógrafo Guilhem Marotte– para ilustrar determinadas situaciones y razonamientos, como pueden ser el trazado del tranvía en Jerusalén, los conflictos en África central o los intereses de distintas comunidades autónomas en las aguas del río Tajo.
Entre 1958 y 1962 cuarenta y cinco millones de chinos perecieron a causa de los trabajos forzados, la violencia y la hambruna a los que fueron sometidos por el gobierno de Mao Zedong. Obsesionado con la empresa frenética del Gran Salto Adelante, su iniciativa, destinada a superar el modelo económico occidental en menos de quince años, provocó una de las mayores catástrofes humanas de la historia. Gracias a una exhaustiva labor de investigación de los archivos provinciales y municipales chinos recientemente abiertos, Dikötter da voz a las víctimas del régimen y demuestra por primera vez que el implacable destino de las personas de a pie no fue un accidente, sino el resultado directo, y en buena medida calculado, de las decisiones en las altas esferas del poder. La gran hambruna en la China de Mao abre así una nueva brecha en el muro que aún separa a la actual China, heredera del maoísmo instaurado en 1949, del resto del mundo.