El 9 de julio de 1860, la ciudad de Damasco fue testigo de uno de los episodios más violentos de su historia. Una turba enfurecida arrasó los barrios cristianos, dejando a su paso una estela de destrucción y muerte. Durante ocho días, la ciudad se sumió en la violencia, dejando un saldo de cinco mil cristianos muertos y miles de tiendas, iglesias, casas y monasterios saqueados y arrasados.
Eugene Rogan recrea el mundo perdido de Oriente Medio bajo el dominio otomano, sometido a la presión del cambio económico global y la expansión europea. Las reformas de mediados del siglo XIX aumentaron las tensiones en todo el imperio. En Damasco más que en ningún otro lugar, pues era una ciudad multifacética unida por el comercio de caravanas a Bagdad, el Mediterráneo y La Meca, donde el caos de idiomas, costumbres y creencias convivían en tolerancia. Hasta que las reformas comenzaron a beneficiar a la comunidad cristiana minoritaria a expensas de la mayoría musulmana.
Tras la catástrofe económica y humana del Gran Salto Adelante, un Mao envejecido diseñó un ambicioso plan para afianzar su liderazgo y su legado: la llamada Revolución Cultural, cuyo objetivo declarado era la purga definitiva de los burgueses infiltrados en el gobierno y la sociedad para minar el comunismo. No obstante, el plan servía al dictador para desembarazarse de veteranos miembros del Partido en la cúpula, a los que sometió a humillaciones públicas, encarcelamientos y torturas. El país no tardó en sumirse en una febril persecución de los sospechosos en nombre de la pureza revolucionaria, un caos que, inadvertidamente, sentaba las bases del fin del maoísmo. En esta magnífica conclusión a la aclamada «trilogía del pueblo», Dikötter indaga una vez más en documentos previamente secretos para dar voz a los protagonistas de la época más tumultuosa de la China comunista y reexaminar con rigor su estremecedora historia.
«Entender la historia de las grandes conquistas revolucionarias puede ayudarnos a distinguir entre el discurso racional de la democracia y los cantos de la ignara sirena populista».El historiador Gabriel Tortella analiza la estructura, las causas y la evolución de las grandes revoluciones contemporáneas en una síntesis magistral. La revolución en los Países Bajos (1566-1648), la Revolución inglesa (1642-1688), la estadounidense (1775-1783) y la Revolución francesa (1789-1799), así como con sus contraejemplos en la Revolución rusa (1917-1923) y la china (1927-1949), junto con la Revolución industrial (1760-1840) y la «Segunda Revolución Mundial» o revolución proletaria-socialdemocrática del siglo XX fueron formidables fenómenos históricos que asentaron, bien las bases del desarrollo económico, la democratización y el estado de bienestar, o bien de la dictadura, la represión sistemática y el Estado policial.Herederos de aquellas grandes convulsiones, avanzado ya el siglo XXI, nos encontramos hoy ante una oposición global que no es estrictamente económica ni ideológica, sino ante todo política, de disputa entre el orden democrático liberal y el poder autocrático sin trabas. En este sentido, los movimientos populistas de uno u otro signo amenazan con una involución de las conquistas logradas; al mismo tiempo, la experiencia histórica y el progreso económico y cultural en distintas latitudes permiten sostener cierto optimismo para el futuro inmediato.