Maigret plantea una serie de precisiones temáticas y cronológicas sobre las distintas corrientes de pensamiento que han abordado el tema de la comunicación. Conservando una visión histórica, que ilustra la evolución de las teorías y los compromisos de los autores, trata de poner de manifiesto los elementos canónicos de cada una de las grandes tradiciones.
En 1844, y atribuyéndolo a Juan Clímaco, Kierkegaard había publicado Migajas filosóficas, obra en la que diferenciaba radicalmente la filosofía sistemática con pretensiones absolutas (representada por Hegel) del socratismo, y a este, de la relación única que se produce entre el maestro y los discípulos, tal como se establece en el caso de Cristo y los cristianos.
Dos años más tarde, el mismo Juan Clímaco (y su «editor», es decir, Søren Kierkegaard) se vio en la obligación de hacer una serie de apostillas a dicho texto. En ellas profundizaba en los muchos matices del problema de cómo cabe siquiera pensar que la eternidad se relacione con el tiempo, o sea, que Dios y la historia puedan estar de algún modo en contacto y el individuo existente pueda realmente convertirse ya ahora en seguidor de la verdad plena y eterna.
La empresa, ciertamente, no puede ser más atrevida: se trata de formular los fundamentos de una ontología existencial donde la libertad y el amor hallen cabida e incluso se conviertan en el núcleo de un nuevo pensamiento antisistemático y mucho más profundo que cualquier intento de sistema.
El "Epistolario" de Xavier Zubiri nos proporciona la posibilidad de asistir a la gestación de la filosofía de Zubiri desde su intimidad, desde sus inquietudes y formas de ser. En estas páginas se nos descubren, en las propias palabras de Zubiri, sus crisis personales, sus conflictos con la Iglesia católica, el proceso de su renuncia al sacerdocio, y de su matrimonio con Carmen Castro. Otros documentos nos muestran el modo en que Zubiri afrontó la Guerra Civil española, su paso por la universidad, y su renuncia a la cátedra. En el epistolario asistimos también a los inicios del gran proyecto cultural que Xavier Zubiri inició junto a Juan Lladó: la Sociedad de Estudios y Publicaciones, un espacio, en pleno franquismo, para el pensamiento libre y la investigación rigurosa, sin las presiones de las modas, de las escuelas, o de las filosofías oficiales.