El impacto que las ruinas monumentales de la antigua Roma tienen hoy sobre el visitante no pude ser sino pálido reflejo de lo que sintieron aquellos que las conocieron en su esplendor. ¿Cómo no sentirse deslumbrado, apabullado, insignificante, ante el Coliseo? ¿Cómo no sentirse parte de algo enorme, todopoderoso y eterno, de un imperium sine fine, al visitar los templos del Capitolio o pasar bajo un arco que celebraba victorias conseguidas donde acababa el mundo? ¿Cómo no pensar que el emperador era casi un dios cuando el sol sacaba destellos al coloso de Nerón o cuando disfrutabas de la munificencia de Caracalla en unas suntuosas termas? En Roma, como también actualmente, la arquitectura y el ordenamiento urbano no son inocentes, y este libro muestra el impacto que los edificios y programas edilicios tuvieron sobre la conciencia pública de los romanos, sobre su propia imagen y percepción, y sobre las relaciones entre emperador y súbditos.
Salomón Leví cambió su kipá por la tonsura y pasó a llamarse Pablo de Santa María: además de prelado de su Burgos natal, acabaría siendo toda una autoridad en la corte de Castilla, así como asesor de Benedicto XIII en el papado aviñonés. La suya es solo una de tantas historias como protagonizaron los llamados conversos, pero, siguiendo sus pasos a través de los lugares que él y otros miles pisaron, David Jiménez-Blanco ha reconstruido insólitamente los escenarios de la presencia judía en la vieja Sefarad en busca del origen de muchos españoles. Le acompaña en el viaje su buen amigo Samuel Bengio, hijo de la diáspora. Alejados de la historiografía convencional, un cristiano y un hebreo del siglo XXI elaboran un fascinante estudio que deviene una certera reflexión sobre su identidad colectiva. ¿Quiénes fueron Ferrán Martínez, Vicente Ferrer y Jerónimo de Santa Fe? ¿Acaso los pogromos y la integración cultural de los judeoconversos no hallan sus ecos en la eclosión política del Imperio español? ¿De qué modo alumbra esa fusión la mística de santa Teresa y san Juan de la Cruz o la literatura del Siglo de Oro? ¿Qué nos revelan los últimos análisis de ADN acerca de una herencia judaica? La presente obra es un relato elocuente del ser en pos de sus raíces entre las brumas de un pasado incómodo y siempre complejo.
La Ciencia de la lógica hegeliana es sin duda una de las obras cumbre del idealismo alemán y del pensamiento filosófico de todos los tiempos. Obra densa y difícil, a la vez sutil y ardua, unas veces lúcida y serena, otras barroca y opaca, es un verdadero compendio de la lógica filosófica acumulada hasta el momento. «Metódicamente» intemporal e impoluta pero penetrada por completo del latido vivo de su época, representa el punto álgido donde la reflexión especulativa y en general la metafísica clásica alcanza su máximo esplendor y desarrollo. El presente volumen contiene los dos primeros libros de los tres que componen la Lógica de Hegel. En sus páginas encontrará el lector la gran tradición de la que bebe su autor: de Parménides a Galileo y Spinoza, de Aristóteles a Kant y Fíente, de Heráclito a los analistas matemáticos de los siglos XVII-XVIII, por citar algunos. Esta Ciencia de la lógica, al igual que ocurre con otras obras de Hegel, no sólo destila y condensa lo esencial del mundo antiguo y moderno, sino que anticipa visiones y conocimientos fundamentales de la edad contemporánea: ha sido y sigue siendo hoy una fuente a la que retornan el marxismo, el existencialismo o la hermenéutica. La presente edición de ABADA incluye un amplio estudio introductorio del profesor Félix Duque (Universidad Autónoma de Madrid), que la ha dotado además de un aparato crítico de notas, glosarios e índices que permitirán al lector acercarse del modo más directo posible al texto hegeliano.