¿Ha oído que el lenguaje es violencia y que la ciencia es sexista, o que estar obeso es saludable, o que no existe el sexo biológico, o que solo las personas blancas pueden ser racistas? ¿Se pregunta cómo esas ideas han conseguido tan rápidamente poner en entredicho la propia lógica de la sociedad occidental? El presente libro, traducido a más de quince lenguas, documenta la evolución del dogma que subyace a esos postulados, desde sus orígenes en el posmodernismo francés. Hoy, este dogma es reconocible tanto por sus efectos -la cultura de la cancelación y las campañas de acoso en redes sociales- como por sus axiomas, que con demasiada frecuencia son considerados indiscutibles por los medios de comunicación. Helen Pluckrose y James Lindsay desmontan este entramado teórico que sustenta el activismo radical, cuya deriva autoritaria representa una amenaza no solo para la democracia liberal, sino también para la modernidad misma.
¿Qué transformaciones ideológicas han tenido lugar desde 1999 hasta nuestros días para que las izquierdas que entonces promovieron los movimientos «antiglobalización» hayan terminado alineándose con el sistema de ideologías del Globalismo oficial? ¿Podemos seguir hablando de izquierdas en sentido político? ¿Por qué el término «izquierdas» está siendo rápidamente sustituido por el sintagma «fuerzas progresistas»? ¿Tiene algo que ver el Globalismo oficial con el comunismo?
Cualquier observador social que haya sido capaz de conservar cierta capacidad crítica se da cuenta enseguida de que los grupos autopercibidos de izquierdas se encuentran actualmente involucrados en los planes y programas ideológico-políticos de ciertas plutocracias políticas y financieras que justifican el orden práctico del imperialismo anglosajón con Estados Unidos a la cabeza. La hipótesis que viene sosteniendo Paloma Hernández en este y otros estudios, es que la conexión entre el globalismo ideológico y la mayoría de los partidos que hoy día que se autoproclaman de izquierdas surge, precisamente, de las «globalizaciones alternativas» impulsadas a raíz de las manifestaciones «antiglobalización», cuyo hito histórico más reseñable fueron las agresivas protestas organizadas en Seattle en 1999, protestas que iban dirigidas, en terminología de estos mismos grupos, contra la «globalización de derechas», la «globalización capitalista», también llamada «globalización turbocapitalista».
¿Qué pasaría si te despertaras una mañana y descubrieras que has adquirido otro yo, un doble que casi eres tú, pero que en realidad no lo es? ¿Qué pasaría si ese doble compartiera muchas de tus preocupaciones, pero de forma totalmente opuesta, y promoviera aquellas causas contra las que has luchado toda tu vida?
Cuando Naomi Klein descubrió en las redes a una mujer con su nombre de pila, pero con opiniones dañinas y radicalmente diferentes a las suyas, a la que confundían crónicamente con ella, parecía demasiado ridículo para tomárselo en serio. Hasta que dejó de serlo.
De repente empezó a enfrentarse a una realidad distorsionada, a obsesionarse con las amenazas que recibía en línea, con los interminables insultos de los seguidores de su doble. ¿Por qué su otra sombra había seguido un camino tan extremo? ¿Por qué la identidad —todo lo que tenemos para enfrentarnos al mundo— puede ser tan inestable?
Llena de confusión y dispuesta a encontrar las respuestas, Klein decidió seguir a su doble en un extraño e insólito mundo espejo y, al hacerlo, pone al descubierto nuestra propia cultura en este momento surrealista de la historia, en el que nos hemos convertido en pulidas marcas virtuales.
Doppelganger es un libro para nuestra época y para todos nosotros; una comedia negra absolutamente seria que nos invita a enfrentarnos a nuestros reflejos en el espejo. Es para cualquiera que haya perdido horas en el pozo sin fondo que es Internet, que se haya preguntado por qué nuestra política se ha deformado tanto y que quiera salir del vértigo colectivo y volver a luchar por lo que de verdad importa.