Tras su extraordinaria biografía de Steve Jobs, el nuevo libro de Walter Isaacson cuenta la fascinante historia de las personas que inventaron el ordenador e internet; Los innovadores está destinado a convertirse en la historia definitiva de la revolución digital y en una guía indispensable para entender cómo sucede realmente la innovación.
¿Qué talentos y habilidades permitieron a algunos inventores y empresarios convertir sus ideas visionarias en realidades disruptivas? ¿De dónde vinieron esos saltos creativos? ¿Por qué algunos triunfaron y otros fracasaron?
En esta magistral saga, Isaacson arranca con Ada Lovelace, la hija de lord Byron, una pionera de la programación informática en la década de 1840. Además, presenta a las extraordinarias personas que crearon la revolución digital que nos rodea, gente como Vannevar Bush, Alan Turing, John von Neumann, J. C. R. Licklider, Doug Engelbart, Robert Noyce, Bill Gates, Steve Wozniak, Steve Jobs, Tim Berners-Lee o Larry Page.
Esta es la historia de cómo funcionan sus cerebros y por qué han sido tan inventivos, pero también de cómo su capacidad para colaborar y dominar el ar te del trabajo en equipo les hizo aún más creativos.
Un relato ilustrado sobre los referentes de la mujer.
Siete criadas viejas como el tiempo cuidan de una oscura mansión. Su vida está hecha de rutinas: durante el día, limpian, cocinan y sirven; por la noche, se sientan en corro en el desván y se turnan para narrar las historias más extraordinarias a la luz de una vela. Esta noche, sin embargo, en lugar de contar relatos ficticios poblados de héroes, cada una de ellas por fin dará nombre a su–también extraordinaria, también heroica–verdad. Así arranca este librohipnótico y envolvente que las hermanas Pacheco han construido mano a mano para invitarnos a reflexionar sobre los arquetipos femeninos y la libertad.
Dos años antes de su muerte, Harold Bloom inició una serie de cinco libros en los que realizaba un análisis literario, crítico y, ante todo humanista, de los personajes de Shakespeare. El primero se lo dedicó a Falstaff con quien Bloom se sentía especialmente identificado en su forma de amar la vida. «Si Hamlet es embajador de la muerte, Falstaff lo es de la vida», Bloom, quien interpretó al Caballero Gordo en los escenarios del British Art Center de Yale y, anteriormente, en Cambridge, Massachusetts, veía a Falstaff, y a sí mismo como uno de esos profesores sin colegas y con numerosos estudiantes. Influido por el personaje Shakesperiano, amó la vida, la gozó, y la enseñó. No quería discípulos académicos sino seres humanos capaces de leerse y cuestionarse.