Cartago, Numancia. Dos ciudades, dos nombres, que despertaban pesadillas en los romanos del siglo II a. C., recordando los aciagos días en que Aníbal puso contra las cuerdas a sus abuelos y el rosario de derrotas que los celtíberos habían infligido a las legiones en Hispania. Fue Publio Cornelio Escipión Emiliano quien, de una vez por todas, exorcizó esos miedos: Cartago fue arrasada hasta los cimientos, después de un atroz asedio, y Numancia claudicó, su orgullo doblegado ante la tenacidad implacable de un hombre decidido a hacer honor a su estirpe. Porque Escipión Emiliano perteneció a la más laureada aristocracia romana, hijo del Emilio Paulo que conquistó Macedonia y nieto por adopción del primer Africano, el vencedor de Zama. Escipión Emiliano estuvo a su altura, siendo dos veces cónsul y censor, y ganando en el campo de batalla los dos apodos por los que pasó a la posteridad: Africano y Numantino.
En la tercera semana de febrero de 1944, las fuerzas aéreas aliadas con base en Gran Bretaña e Italia lanzaron su primera gran ofensiva de bombardeos contra Alemania. Su objetivo: aniquilar las principales fábricas y centros de producción de la Luftwaffe y, al mismo tiempo, atraer a los aviones alemanes a una batalla aérea de desgaste con la que neutralizar a la aviación germana antes del desembarco de Normandía. Oficialmente llamada operación Argument, esta ofensiva aérea no tardó en conocerse como la «Gran Semana», y fue uno de los momentos decisivos de la Segunda Guerra Mundial.
Alemania, 1945. El país está en ruinas. Muchas ciudades han sido reducidas a escombros, más de la mitad de la población está desplazada, lejos de sus hogares, viviendo entre ruinas. Haber escapado de la muerte deja a algunos en un estado de apatía, mientras que a otros les proporciona una alegría de vivir sin precedentes. Los sobrevivientes del III Reich necesitan justificar su silencio o su colaboración, olvidar su pasado reciente, empezar de cero, crearse una nueva identidad, y para ello recurren a cualquier coartada: el ocio alocado, las drogas, el sexo, el trabajo a destajo, también el robo y el saqueo, hay que continuar sobreviviendo... ¿Cómo pudo surgir de este caos, en apenas una década, una sociedad exultante y una economía eficiente? Harald Jähner explica este milagro mientras compone una historia de los hábitos y las mentalidades a una escala colosal.