Amiga íntima del duque y la duquesa de Windsor, Diana Mitford—lady Mosley, tras su segundo matrimonio—fue asidua invitada a sus fiestas en París o al «Moulin» de Orsay, el pueblo francés donde fueron vecinos. Con su inimitable estilo—maliciosamente inteligente, ingenioso y perspicaz—, pinta un inolvidable retrato de su amiga, que captura con realismo la personalidad de la duquesa, su encanto y también sus sombras.
¿Qué fue lo que cautivó tan profundamente al rey Eduardo VIII hasta el punto de hacerle renunciar al trono con tal de no separarse nunca de Wallis Simpson? Esta es la pregunta que aborda Diana Mitford, y tal vez ella pueda responderla mejor que nadie dada su propia devoción por sir Oswald Mosley, líder de los fascistas británicos, por quien dejó a su primer, en inmensamente rico, marido.
James Lovelock, el creador de la teoría de Gaia, ofrece una perspectiva de futuro en la que, juntos, los humanos y la inteligencia artificial ayudarán a la Tierra a sobrevivir.
James Lovelock, creador de la hipótesis Gaia y el mayor pensador ambiental de nuestro tiempo, ha creado una asombrosa y novedosa teoría sobre el futuro de la vida en la Tierra. Sostiene que el Antropoceno–la era en la que los humanos adquirimos tecnologías a escala planetaria–, está llegando a su fin después de trescientos años. Una nueva era, el Novaceno, ha comenzado ya.
Surgirán nuevos seres a partir de los sistemas de inteligencia artificial existentes. Pensarán diez mil veces más deprisa que nosotros y nos verán como nosotros vemos hoy a las plantas: como criaturas que actúan y piensan con una lentitud desesperante. Pero no se tratará de la cruel y violenta toma del poder del planeta por parte de las máquinas imaginada por los escritores y cineastas de ciencia ficción. Estos seres hiperinteligentes serán tan dependientes de la salud del planeta como lo somos nosotros. Necesitarán tanto como nosotros que el sistema de refrigeración planetaria de Gaia los defienda del creciente calor del Sol. Y Gaia depende de la vida orgánica. Seremos aliados en este proyecto.
A juicio de Lovelock, resulta crucial que la inteligencia de la Tierra sobreviva y prospere. No cree que existan alienígenas inteligentes, por lo que seríamos los únicos seres capaces de comprender el cosmos. Quizás, especula, el Novaceno podría ser incluso el comienzo de un proceso que conduzca finalmente a que la inteligencia impregne el cosmos en su totalidad. A sus cien años, James Lovelock ha creado la obra más importante y convincente de su vida.
Una antología errática que explora las moradas de reconocidos personajes.
Esta selección de escritos nos guía por las casas de diversos creadores: Soane, Goethe, Dickinson, Víctor Català, Curie, Rilke, Dalí, Neruda, Pessoa, Le Corbusier... Una detallada visita que nos permite adentrarnos en el universo imaginario del creador, en donde la vivencia de la casa, la experiencia íntima y los rituales domésticos son revividos a través de nuestra lectura.
Un libro curioso y fascinante, entre catálogo descriptivo y pasaje de memorias proustiano, en el que se mezclan el desorden de las cosas, la vida y la vivienda. Una obra abierta al memorial y la hospitalidad de nuevas existencias —las nuestras— que algún día también serán memoria y olvido.
Hemingway necesitaba un éxito. Martha Gellhorn quería vivir peligrosamente. Barea sentía que su vida era una contradicción. Ilsa Kulcsar vivía para sus ideas. Gerda Taro y Robert Capa querían olvidarse de su pasado. Los seis, cada uno con su equipaje y su modo de mirar, llegan a Madrid y pasan por el hotel Florida, donde se reunían los periodistas extranjeros, los fotógrafos, los espías, los militares, bajo el estruendo de las bombas, en una guerra que los cambió a todos para siempre.
Hotel Florida no es un estudio académico ni una ficción. Es una reconstrucción basada en cartas, diarios y memorias, documentos oficiales, películas, biografías, historias y noticias de la época. Un gran fresco de la Guerra Civil española, día a día, personaje a personaje. Una guerra sobre la que se han escrito cientos de libros, pero ninguno como este.
Con sensibilidad, conocimiento y voluntad de comprensión de la gran tragedia de la Guerra Civil española, este iluminador ensayo reconstruye la participación de los padres de varios escritores que lucharon como soldados en la contienda, abordando unas relaciones paternofiliales que comprenden tanto la admiración personal y la afinidad temperamental, como el desapego afectivo y el conflicto ideológico. Jose Jurado Morales indaga en los recuerdos que los hijos guardan de sus padres y de los relatos que estos les contaron sobre sus vivencias en las trincheras de uno u otro bando. El libro habla de padres e hijos, de guerra y poesía, de España y sus escritores, de pasado y presente, de memoria colectiva e identidad personal, a partir de los recuerdos familiares de Joan Margarit, Jane Durán, Jorge Urrutia, Jacobo Cortines, Miguel d’Ors, Pere Rovira, Andres Trapiello, Antonio Jimenez Millán y Julio Llamazares. Nueve poetas que se han servido de los relatos heredados para indagar en sus orígenes, poniendo de manifiesto la profunda huella de un conflicto cuyas consecuencias no han dejado de proyectarse en la vida contemporánea.
Filósofo comprometido con los movimientos sociales, gran conocedor del pensamiento de Antonio Gramsci, Francisco Fernández Buey dedicó buena parte de su trabajo intelectual y práctico a la relación entre izquierda alternativa y cristianismo liberador. Estos ensayos elaboran cuestiones centrales para la articulación del pensamiento crítico y la nueva izquierda del siglo XXI y ofrecen lecturas de cristianos comprometidos como Simone Weil, Bartolomé de Las Casas o José María Valverde.
El testimonio del general Rafael Latorre (1880-1968) nos permite acceder por primera vez a las interioridades del franquismo evidenciando cómo, bajo su falsa apariencia monolítica, el regimen incluyó en su seno pareceres enfrentados. Este no es un libro más sobre la ajetreada historia contemporánea española: son las primeras memorias de un militar de alta graduación, con destino y contactos relevantes, pero contrario a la mayoría de principios y actuaciones de la dictadura. En sus cuadernos se amontonan las denuncias ante la violencia gratuita y los abusos de poder especialmente a cargo de la Falange, se acumulan las evidencias de una corrupción generalizada incluso en el entorno del dictador y la cúpula del Ejercito, y se reúnen múltiples ejemplos de la incompetencia militar, tecnica y política de las nuevas autoridades. Su pluma arroja una nueva luz sobre la guerra civil en escenarios que van de Navarra a Asturias y de Teruel a Marruecos, pero tambien sobre personajes y sucesos decisivos de nuestra historia, desde los generales Franco, Asensio o D’Harcourt, hasta los contactos con agentes internacionales por parte del franquismo.
¿Es lícito acabar con la propaganda de genocidas, dictadores, esclavistas, invasores y otros personajes tan deleznables en el espacio público?
Este ensayo provocador y fascinante demuestra por qué es hora de retirar los homenajes que ofenden a la ciudad progresista.
Ya en la Roma clásica la destrucción de monumentos y símbolos era una forma de borrar de la historia a los enemigos que habían sido derrotados. En épocas más recientes, esta práctica ha adquirido otro significado las estatuas de Colón, Lenin o Sadam Husein han sido expulsadas de los lugares donde una vez se alzaron , convirtiéndose en una reivindicación por el respeto a la nueva ciudadanía que no quiere esa carga.
El historiador del arte y periodista Peio H. Riaño aborda un debate en auge que se pregunta cómo queremos que sea la ciudad del siglo XXI, mientras el movimiento Black Lives Matter protesta contra los símbolos racistas y en Latinoamérica miles de personas se manifiestan pidiendo la desaparición de los conquistadores de bronce y piedra que aún adornan sus calles.
La increíble historia del detective del arte que localizó uno de los grandes iconos nazis.
En 2014, el‘detective del arte’Arthur Brand es convocado por su viejo amigo y mentor Michel Van Rijn (un antiguo traficante de antigüedades reconvertido, supuestamente, en colaborador encubierto de Scotland Yard), para pedirle que se encargue de un caso: la puesta a la venta de dos caballos de bronce, de tres metros de altura, que habían estado frente a la Cancillería del Reich. La hipótesis de partida es que se trata de una falsificación que algún personaje relacionado con los círculos neonazis intenta vender para financiar sus actividades clandestinas y subversivas. Pero Arthur Brand pronto descubre que pueden estar tras la pista de las verdaderas estatuas que, lejos de haber sido destruidas como siempre se había creído, estarían ocultas en algún lugar.