La búsqueda de la verdad es el inicio de un movimiento de elevación, de distancia, de libertad, de paz. La filosofía, su práctica existencial, es justamente esa forma de la acción y del amor (del amor a todas las cosas por su sentido verdadero). La erudición, la lógica o los métodos son los apoyos ulteriores de este acontecimiento espiritual, el cual, como todos los acontecimientos, no tiene su origen simplemente en el hombre, pero exige de este una tensión máxima, un punto máximo de la inquietud de su corazón. Los ensayos que se contienen en este libro ilustran momentos de filosofía. Su finalidad es la de animar a sus lectores a penetrar con valentía en ciertos textos y ciertos autores de nuestra riquísima tradición espiritual, sin dejarse intimidar por obstáculos fingidos (terminología complicada, abstracción extraordinaria, necesidad de una erudición enorme para entender algo, etc.). Para ello se recurre a una exposición apoyada lo más posible en los clásicos preferidos del autor, entre los que se encuentran Platón, Rosenzweig, Lévinas o Michel Henry.
Publicado por primera vez en forma de libro en 1823, Ensayos de Elia ha terminado por convertirse en una de las expresiones literarias más logradas del pensamiento romántico inglés. Pese a que su segundo volumen, Los últimos ensayos de Elia, no vería la luz hasta diez años más tarde, las primeras piezas de la colección comenzaron a aparecer en The London Magazine en 1820 y continuaron publicándose periódicamente hasta 1826. El tono personal y coloquial de sus textos hizo que Lamb se granjease una enorme popularidad entre los lectores. Al igual que sus cartas, estos ensayos, implícitamente nostálgicos y melancólicos, dan cuenta de una personalidad literaria rebosante de ironía, ingenio y humanidad, y hacen suya la mítica afirmación de Montaigne según la cual Lamb mismo (oculto tras la máscara de Elia, aquí) vendría a ser la materia de su libro.