Dos de los textos más complejos de Jacques Lacan sobre el lenguaje, la comunicación y el inconsciente analizados en profundidad.
Los textos que abren la puerta a la última enseñanza de Jacques Lacan, iniciada en la década de 1970, suelen ser de lectura compleja y enigmática, por lo que se necesita un tiempo para descifrarlos y encontrar su lógica. Entre ellos, se cuentan Radiofonía y Lituratierra, dos escritos difíciles pero muy estimulantes, que sin duda necesitan una orientación en dicha lectura. Para ello, dos especialistas como Antoni Vicens y Miquel Bassols elaboran un minucioso análisis de estas propuestas de Lacan con el afán de clarificarlas.
Desde hace alrededor de dos mil quinientos años, El arte de la guerra de Sun Tzu ha proporcionado consejos a líderes y estrategas sobre las mejores tácticas en el campo de batalla, el manejo de los subordinados o el empleo de la astucia y el engaño. Texto fundamental de la tradición china, también en occidente se ha vuelto una lectura esencial a la hora de buscar el éxito en la vida personal, en los negocios o en cualquier otro ámbito en que se deban resolver conflictos con eficacia.
El arte de la guerra es una de las obras del periodo clásico chino más traducidas, aunque pocas veces se vierte directamente desde el chino clásico y menos aún se ofrece el texto original lado a lado. Por este motivo, nuestra edición es bilingüe e incluye, además, la primera traducción completa de las glosas realizadas en el siglo III por el primer comentarista conocido de la obra, Cáo Cao, referencia fundamental para el conocimiento de la obra y una figura histórica de gran relevancia.
Con una nueva traducción a cargo del sinólogo David Sevillano López, responsable también de la edición, el presente volumen incluye una introducción sobre el contexto histórico de la obra, una nutrida bibliografía y detalladas notas explicativas.
Este libro lo explica a partir del colapso de la izquierda. Aquella que creyó que la caída del ecosistema soviético en 1991 iba a devenir en una democracia liberal planetaria que, con sus más y sus menos, garantizaría un progreso apacible de la humanidad.
Sin embargo, a lo largo de las tres últimas décadas, los poderes realmente existentes han gangrenado la libertad y la democracia. Han empequeñecido el reparto de la riqueza y, para conseguirlo, ha resultado imprescindible la colaboración de amplios sectores de las élites políticas e intelectuales progresistas, que han transformado sus esperanzas frustradas en un profundo resentimiento contra todo lo que las hubo alimentado.
Para esa izquierda, la clase obrera conforma un populacho superado por la modernidad y la tecnología, incapaz de desprenderse de privilegios arcaicos y cuya nostalgia la asimila a la extrema derecha identitaria y racista. Al mismo tiempo, es la izquierda que defiende un Estado de seguridad que supuestamente protege a la población de las amenazas acechantes pero que, por el contrario, no para de reforzar el miedo, el odio y la persecución de chivos expiatorios. En definitiva, la izquierda que ha arrinconado la lucha de clases y que apuesta por un Estado de seguridad, va a amalgamarse con el racismo distinguido de los hombres poderosos y con el racismo vulgar de las clases subalternas alienadas.
Entonces, ante esta contrarrevolución en marcha, ¿qué hacer? Rancière tiene unas cuantas propuestas.