No hay un tiempo ajeno por completo al conflicto, en que la guerra no forme parte de la cultura: la arrastramos en nuestro pasado y su sombra se proyecta en el futuro como amenaza. Pero ¿qué es la guerra para quienes no la han vivido en carne propia? ¿Y de dónde sale el caudal de imágenes y relatos que nutren y configuran nuestro conocimiento del fenómeno? ¿Acaso son imparciales, no obedecen a ciertos códigos y propósitos? Éste no es un libro sobre la naturaleza de las guerras, sino sobre las representaciones que de ellas se han ofrecido en la literatura, las artes visuales y los medios de comunicación, a través de los cuales la memoria individual y la colectiva se entretejen. Más que un tema de investigación, se trata de un desafío intelectual: ¿cómo pensar y cómo decir la guerra? Antonio Monegal aborda algunas de las cuestiones que plantea el tratamiento de la guerra en nuestra tradición, desde la épica a la tragedia y la elegía, para intentar definir una ética de la representación capaz de hacer justicia a lo indecible.
Leopoldo Lugones fue reconocido por sus aportes a la literatura moderna y también repudiado por su adhesión a los autoritarismos. En su vida política, que se inició en el socialismo y pegó varios giros hasta su apoyo en 1930 al primer golpe de Estado del país, buscó incidir y participar en el poder. La biografía del poeta es en este libro el punto de partida para contar la relación entre los intelectuales y la vida política en la historia argentina. Una relación que no siempre fue igual: en los años fundantes, los escritores tenían un papel relevante para los gobiernos. Literatura y poder no eran asuntos separados, como sí lo fueron después. Cristina Mucci cuenta ese recorrido hasta llegar a los hechos y los protagonistas que conoce de primera mano por su trayectoria como periodista cultural: desde el regreso de la democracia y el de los intelectuales a la conversación pública hasta las tensiones más recientes sobre el papel y el financiamiento de la cultura en sociedades en crisis.
Quien pregunta «¿de qué te ríes?» no suele esperar una respuesta: quiere que alguien deje de reír. La risa es lenguaje y, como las palabras, puede ser cortés, falsa, amigable, mordaz, insultante y discriminadora. Aunque la educación intente disciplinarla e indicar los modos correctos de su emisión, lo hilarante es indomable porque habla el lenguaje del cuerpo y se desencadena más allá del bien y el mal. El «buen humorista» es más gracioso que el «humorista bueno». Hoy, las pantallas siembran entretenimiento y cosechan carcajadas. Estas risas masivas, electrónicamente difundidas, son melodías para cualquier ideología: ríen los fascistas y ríen los buenistas. La libertad de expresión es colonizada por lo provocativo y lo abyecto. El pensamiento se hace caricatura y se mercantilizan las bromas. Daniel Gamper sostiene que los tiempos están maduros para nuevos aguafiestas que pongan palos en las ruedas de la risa. Tras leer este libro no volverás a reír sin antes detenerte a pensar dónde, cómo, cuándo, con quién y por qué lo haces.