María Casares (1922-1996) nació y se crió en Galicia. En 1936 huyó con su familia a Francia, estableciéndose en Paris. Estudió interpretación en el Conservatorio de París a pesar de sus dificultades con el idioma, que decidió aprender enseguida. Conoció a Albert Camus y mantuvo una relación sentimental con él hasta la muerte de este en 1960. Con su tenacidad y esfuerzo, se convirtió en la musa del existencialismo francés, interpretando obras de Camus, Sartre, Claudel o Jean Cocteau, entre otros. Era ante todo una mujer libre, una persona con una voluntad de hierro, y, a la vez, una mujer cuya fragilidad nos emociona en cada página.Anne Plantagenet, la autora de este impresionante libro, relata la trayectoria de una española que se enamoró de Francia y que luchó por conquistar los escenarios, las cámaras y la gloria.
El poeta, ensayista y narrador Juan Malpartida, en este libro singular, se introduce en la vida y en la obra del gran escritor frances Montaigne, siendo fiel a la premisa misma del ensayo: probar. En su visita a la torre de este peculiar vecino, el autor dialoga implícita o explícitamente con otros lectores de Montaigne –Azorín, Ortega y Gasset, Jorge Edwards, Marc Fumaroli o Jean Starobinski–, construyendo así un ensayo narrativo sobre el arte de ensayar, realizado desde dentro, desde el desafío continuo que supone la alianza de la reflexión y la recreación.
Amiga íntima del duque y la duquesa de Windsor, Diana Mitford—lady Mosley, tras su segundo matrimonio—fue asidua invitada a sus fiestas en París o al «Moulin» de Orsay, el pueblo francés donde fueron vecinos. Con su inimitable estilo—maliciosamente inteligente, ingenioso y perspicaz—, pinta un inolvidable retrato de su amiga, que captura con realismo la personalidad de la duquesa, su encanto y también sus sombras.
¿Qué fue lo que cautivó tan profundamente al rey Eduardo VIII hasta el punto de hacerle renunciar al trono con tal de no separarse nunca de Wallis Simpson? Esta es la pregunta que aborda Diana Mitford, y tal vez ella pueda responderla mejor que nadie dada su propia devoción por sir Oswald Mosley, líder de los fascistas británicos, por quien dejó a su primer, en inmensamente rico, marido.