Se dice que, mientras cumplía una condena de dos meses en la prisión de Holloway por arrojar piedras contra las ventanas de los políticos que se negaban a reconocer el derecho al voto de las mujeres, se pudo ver a Ethel Smyth dirigiendo a través de los barrotes de su celda, con el cepillo de dientes a modo de improvisada batuta, una interpretación de La marcha de las mujeres, el himno que poco antes había compuesto para el movimiento sufragista. La anécdota retrata a la perfección el carácter de la que fuera una de las voces femeninas más celebradas de la música clásica occidental: autora de más de diez libros de memorias, seis óperas y una rica variedad de piezas corales, orquestales o de música de cámara, Ethel Smyth combinó su pasión por la música con el compromiso feminista y fue testigo y protagonista de algunos de los principales hitos de la historia europea de los siglos XIX y XX.
Algunas personalidades y su obra literaria son capaces de condensar un mundo entero y su propia representación. Es el caso de Primo Levi, voz imprescindible para tratar de comprender, en el mejor sentido que a tal cometido otorgaba la también extraordinaria pensadora del siglo XX, Hannah Arendt, la catástrofe inimaginable y el singular acontecimiento del Holocausto o Shoá y su correlato, el deber de su memoria.
Es cierto, además, que esa preocupación ocupa la centralidad de su obra, pero es también preciso enfatizar que ese centro lo es de una constelación de escrituras que también se ocupan de otros temas y motivos, cultivados con la misma excelencia literaria que caracteriza su obra toda.
Los especialistas congregados en este volumen abordan, desde la singularidad de cada uno de sus puntos de vista, la riqueza de esa constelación de escrituras, que no solo testimonia y acredita ante todos un deber irrenunciable hacia el pasado, sino que también previene y advierte frente a las amenazas que surgen en tiempos cada vez más convulsos.
La imagen que tenemos hoy día de Fernando Pessoa se parece poco o nada a la que tuvieron los escritores de su momento. Si en la actualidad Pessoa es el máximo exponente de la literatura portuguesa en España (y el mundo), no podemos decir que la situación fuese la misma en la primera mitad del siglo XX, cuando era entre nosotros una sombra que sólo conocían unos cuantos iniciados.
Sin embargo, la vida de Pessoa estuvo salpicada de encuentros y desencuentros con España y sus escritores. Trazó algunas relaciones con sus “camaradas” vanguardistas (Adriano del Valle, Rogelio Buendía, Isaac del Vando-Villar, Iván de Nogales) y su archivo revela numerosos testimonios de interés por España, en el contexto de su pensamiento sobre Iberia, y por algunos de sus autores, con Miguel de Unamuno a la cabeza.
Ochenta años después de la muerte del portugués, ha llegado el momento de descifrar quién fue Fernando Pessoa entre los escritores españoles de su época y qué significado tuvo España y su cultura en la obra del autor del Libro del desasosiego.