Un revelador manifiesto que nos ayudará a desarrollar una comprensión propia del siglo XXI acerca de la evolución y la variación humanas y que, además, nos armará contra el racismo científico
La raza es real porque la percibimos; el racismo es real porque lo practicamos. Cada vez se recurre más a la ciencia para reforzar las ideologías racistas y cada vez se emplea más en el discurso público sobre medidas políticas, migración, educación, deporte e inteligencia. Pero quienes se muestran abiertamente racistas no son los únicos que difunden estereotipos y mitos sobre la raza: también proceden de personas bienintencionadas cuyas experiencias y bagaje cultural las dirigen hacia posiciones que carecen del respaldo del estudio moderno de la genética humana. Incluso algunos científicos se sienten incómodos cuando se trata de expresar opiniones surgidas de sus investigaciones en relación con la raza. Sin embargo, si las entendemos correctamente, la ciencia y la historia pueden convertirse en poderosas aliadas contra el racismo al mostrar la imagen más clara de cómo son realmente las personas, en lugar de cómo son según nuestros juicios.
En 1939, como todos los ciudadanos alemanes residentes en París, Walter Benjamin fue internado en un campo de «trabajadores voluntarios» en Nevers. Liberado después de dos meses y medio gracias a la intervención de varios amigos, regresó a París hasta que llegaron las tropas de la Wehrmacht. Entonces huyó y comenzó a vagar por el sur, primero Lourdes, luego Marsella, desde donde intentó en vano embarcarse hacia Estados Unidos. Su viaje continuó por los Pirineos, hasta el puesto fronterizo español en Portbou, donde, amenazado con ser entregado a la Gestapo, se suicidó.
Esta historia se entrelaza con una evocación del poeta estadounidense Ezra Pound, exiliado en Rapallo, en la Italia fascista, cuyas opiniones comparte ciegamente. En Roma, el poeta se encuentra con Mussolini para ponerse a su servicio, pero éste rechaza la propuesta, convencido de tratar con un espíritu perturbado. Detenido en 1944 por los estadounidenses y condenado por traición, fue encerrado en Pisa en una jaula al aire libre, antes de ser internado durante trece años en su país.
En un mundo globalizado, las megacorporaciones editoriales solo se preocupan por los números, por lo semejante, por seguir fórmulas ya probadas en sus últimos éxitos de ventas. Se espera que cada libro pague su propia producción junto con las externalidades del proceso de publicación, tales como la infraestructura y el sueldo de los ceo. Bajo esa óptica, los libros que se demoran más en “despegar”, pero que poseen una larga vida y son capaces de cambiar las normas sociales, tienen menos probabilidades de publicarse.
Los editores independientes apuestan por una forma diferente de hacer las cosas. Buscan un compromiso distinto con la sociedad y se preocupan por reflejar el lugar y el espíritu de sus comunidades. “Bibliodiversidad” es un término creado por editores independientes en los años noventa para darle un nombre a esta forma diferente de pensar la edición. En este manifiesto, Susan Hawthorne nos ofrece una crítica mordaz a la industria editorial global, que contrapone a una propuesta visionaria para la publicación “orgánica”. En un contexto de predominio de las grandes corporaciones, Bibliodiversidad marca las diferencias entre los conceptos de libertad de expresión y de “discurso justo” y pone en perspectiva las promesas y los desafíos de la transición al mundo digital.