Con la destrucción de Cartago, Roma se quedó sin un enemigo a su altura y con el Mediterráneo convertido en una suerte de lago privado. Solo una potencia podía interponerse en su destino: la propia Roma. Los años finales de la República estuvieron marcados por las conspiraciones, las guerras civiles y la transgresión de todos los límites legales. La sangre a borbotones de las legiones y de los políticos romanos marcaron los años finales de un sistema político que colapsó antes de evolucionar hacia un imperio que dominaría medio planeta.
En su nuevo libro, la reconocida socióloga Patricia Hill Collins nos ofrece un análisis innovador sobre cómo la violencia afecta de manera desigual a las personas según su clase, sexualidad, nacionalidad o etnia. Estas dinámicas invisibles de relaciones de poder superpuestas generan lo que la autora denomina «intersecciones letales», puntos donde las múltiples formas de opresión convergen y catalizan en una serie de prácticas violentas que recaen con mayor dureza sobre determinados grupos minoritarios.
En el poder y en la enfermedad trata de la interrelación entre la política y la medicina; aborda la repercusión de las enfermedades y las terapias ―tanto físicas como mentales― en la toma de decisiones de los jefes de Estado y de Gobierno hasta el extremo de causar una suerte de locura, en términos de insensatez, estupidez o irreflexión. Naturalmente, la enfermedad en personalidades públicas suscita importantes cuestiones sobre los peligros que conlleva mantener en secreto la dolencia, o la dificultad para destituir a los dirigentes enfermos.