¿Por qué las mujeres tienen mayor capacidad verbal que los hombres? ¿Por qué recuerdan detalles de las peleas que ellos no recuerdan? ¿Por qué tienden a establecer vínculos más profundos con sus amigas que los hombres con sus compañeros? En este libro, Louanne Brizendine reúne los últimos descubrimientos para mostrar cómo cada estado hormonal -años de infancia, de adolescencia, de citas amorosas, de maternidad y de menopausia- actúa como fertilizante de diferentes conexiones neurológicas. Y revela que la estructura singularmente flexible del cerebro femenino determina cómo piensan las mujeres, qué valoran, cómo se comunican y a quién aman.
Basado en tres décadas de investigación, El cerebro femenino ayudará a las mujeres a comprenderse mejor a sí mismas y a los hombres de su vida.
Suetonio (c. 70 – después de 126) es el biógrafo por antonomasia de la literatura latina. Originario del norte de África, hizo carrera en la administración imperial de Roma con cargos de gran responsabilidad bajo los reinados de Trajano y Adriano. Esto le dio un acceso privilegiado a los archivos privados de los emperadores, una fuente de información valiosísima que le permitió enriquecer su obra centrada en los doce primeros césares: de Julio César a Domiciano.
Como todas las biografías escritas por Suetonio, la de Calígula se centra no tanto en asuntos públicos que no afectaban personalmente al emperador, sino en su trayectoria vital enriquecida con detalles y noticias sobre sus costumbres y su conducta. El resultado es el retrato más vívido y truculento de uno de los gobernantes más infames que tuvo Roma.
Mayormente, lo que Dios hace es amarte.
Si pudiéramos creerlo, en verdad creerlo, ¿qué tan distintos seríamos? ¿Qué tan diferente sería nuestra vida? ¿Qué tanto alteraría nuestro mundo? Si alguna vez has batallado con tu conexión con Dios (¡o incluso si acaso te sientes conectado con alguna fe!), no estás solo. Sobre todo en nuestro mundo moderno, con su incesante e infinito ciclo de noticias, todos nos debatimos con preguntas así. ¿Lo hacemos solos, con desesperanza y resignación? ¿O le buscamos sentido en Dios, con esperanza? En estos tiempos inciertos, ¿creer en el poder del amor divino es lo que podría tener más sentido?