Tras regresar del exilio, Lenin pronunció el 4 de abril en Petrogrado el discurso que dio el pistoletazo de salida a lo que sería la Revolución de Octubre. El objetivo estaba claro, conseguir todo el poder para los soviets de obreros y campesinos, y Lenin ofreció las herramientas para conquistarlo.
Las famosas Tesis de abril suponen el análisis más lúcido y contundente que se haya hecho sobre los desposeídos rusos. Son, también, un programa de acción para una tarea revolucionaria concreta: el paso de la primera etapa de la revolución, en la que la burguesía detentaba el poder, a la segunda, en la que, una vez desenmascarados los pequeñoburgueses y señalados como traidores a la clase trabajadora, el proletariado y el campesinado tomarían el poder.
Las personas necesitamos escuchar a los demás para relacionarnos con normalidad. Lo mismo pasa con las organizaciones. Algunas tienen fama de que los empleados están especialmente a gusto en ellas, porque se sienten escuchados, participan en las decisiones y se les consulta con frecuencia. Es más, si no contamos nada para los organismos que gobiernan esas estructuras, si no podemos participar en ellos, muy probablemente nos iremos desconectando, hasta llegar incluso a desligarnos completamente.En la sociedad globalizada en la que vivimos, nuestra opinión es cada vez más insignificante y tiene menor influencia en el devenir de los acontecimientos. Por otro lado, se nos regalan los oídos con expresiones como "tu opinión nos interesa", "hay que pulsar la calle", cuando en realidad importa poco el pensamiento verdadero de cada persona singular, sobre todo, si es contrario a los objetivos que determinados grupos de poder se han fijado. Todo se queda en un mero eslogan y esto sucede, entre otras razones, porque no existe una verdadera cultura de la escucha.La escucha solo conlleva beneficios. Tratar con las personas enriquece nuestro conocimiento de la realidad y mejora nuestros propios puntos de vista con lo que aprendemos de los demás. Deseo que después de leer estas páginas aprendas más de lo que escuches, escuches más y preguntes la opinión a los demás.¿Te parece bien? ¡Te escucho!
La Revolución rusa, escrita por Rosa Luxemburg durante su estancia en la cárcel de Breslau, en Alemania, es una reflexión sobre las primeras medidas tomadas por la dirección bolchevique, en principio destinada a ser publicada en la revista de la Liga Espartaquista. Sin embargo, no vio la luz hasta 1922, tres años después del asesinato de su autora, debido al posicionamiento que esta había tomado con respecto al bolchevismo. En el escrito, Rosa mostraba su solidaridad con la Revolución rusa al tiempo que hacía una ardorosa defensa de la democracia que refleja fielmente la triple e inseparable dimensión de su pensamiento y su obra: socialista, demócrata y revolucionaria. El texto, muchas veces criticado y ocultado, merece hoy nuevos debates, pues su implacable lucha contra la guerra y el radicalismo con el que defendía la relación entre la libertad política y la igualdad social siguen teniendo, hoy como ayer, el mismo interés que cuando fue redactado.