«Las culturas, todas las culturas, recientes o ancestrales, originarias o derivadas, inmaculadas o sincréticas, de ayer o anteayer, y también las de mañana, solo valen y merecen el reconocimiento en la medida que respeten, y a su vez reconozcan, los derechos individuales, los mismos que la democracia liberal, dicho sea de paso, cultiva más que cualquier otra forma alternativa de convivencia.»
En los últimos años una nueva concepción del mundo tensiona la convivencia en la esfera pública. Se trata de la política de la identidad. Esta tendencia, en que las personas en vez de esgrimir su condición de ciudadanos iguales proclaman su estatus de miembros pertenecientes a un grupo —sea el género, la etnia o la orientación sexual— para intervenir en la vida política, está afectando la totalidad de los asuntos humanos. El autor, quien ha observado con agudeza las tensiones del presente, rastrea en la literatura filosófica y política las contradicciones, los peligros y las virtudes de la identidad, tal vez el tema más importante de nuestro tiempo.
La novela del hombre que robó los sueños de una nación.
Nicaragua, 1979
Tras el triunfo del frente sandinista, en un restaurante en Managua ubicado en la recién nacida plaza de la Revolución, tres guerrilleros recuerdan con entusiasmo aquel glorioso 19 de julio y los gritos de júbilo de la muchedumbre al celebrar el derrocamiento de la dictadura.
Sin embargo, no pueden darse por satisfechos mientras Anastasio Somoza Debayle esté «feliz de la vida en su exilio» en Asunción, así que deciden infiltrarse en Paraguay y estudiar todos sus movimientos hasta dar con una oportunidad para acabar con él…
Unos meses antes, una niña de once años se enfrenta a la confusión de tiempos convulsos: las balaceras llenan de muerte las calles de Managua y una aversión generalizada contra Somoza se respira dentro y fuera de las fronteras, en particular en México. La guerra ha llegado.
Ella es muy pequeña para entender tanto odio, pero lo que más le duele es ver cómo todo a su alrededor se desmorona. El hombre que para ella y su hermana era como un tío, que en las fiestas de la familia se dejaba ver con esa mirada franca y siempre sonriente es ahora, para su sorpresa, llamado dictador: el enemigo de toda una nación.
A partir de poderosos y conmovedores recuerdos, Ligia Urroz reconstruye el testimonio de una niña exiliada por la guerra. Una novela íntima y valiente que le da un rostro —como no se ha visto en la literatura— a uno de los hombres más odiados en la historia reciente de Nicaragua.
«En la primavera de 1936, un escritor plantó rosales». Así comienza el nuevo libro de Rebecca Solnit, una reflexión sobre un jardinero apasionado que fue, además, la voz más importante del siglo XX frente a la mentira y el totalitarismo: George Orwell. A partir de su azaroso encuentro con aquellas rosas que Orwell cultivó hace más de ochenta años y que siguen hoy rebosantes de vida en su jardín, la autora indaga en ese aspecto más desconocido de la vida del intelectual para descubrir en qué medida su devoción por las flores puede iluminar sus compromisos éticos y estéticos como escritor y como luchador antifascista.
Con su característica capacidad para establecer conexiones inesperadas, Solnit entremezcla la vida y la obra literaria del autor de 1984, y su vínculo con la naturaleza y el mundo de los sentidos, con otras historias como la de las rosas de la fotógrafa Tina Modotti, la obsesión de Stalin por hacer crecer limones en un clima gélido, la Guerra Civil española, la crítica de Jamaica Kincaid al colonialismo o la industria del cultivo de rosas en Colombia. Una reflexión sobre el placer, la belleza, el lenguaje, la escritura, la esperanza y la verdad como actos de resistencia.