Eran años de gloria. París vivía la mayor concentración de talentos filosóficos por metro cuadrado que haya conocido en el siglo XX. ¿Qué fue de todo aquello? El 68 fue un sueño europeo de dos décadas. Al despertar, el mundo apareció, como siempre, irreparable.
Llego al tramo final de mi vida con la constancia de haberme equivocado en todo. Lo importante. Y la imposibilidad de borrarlo de mi memoria.
En tierra de nadie, las memorias intelectuales y afectivas del filósofo Gabriel Albiac, da testimonio del fin del mundo que acontece en cada generación, del punto final a tantas ilusiones, espejismos y grandes proyectos transformadores. Paseando entre libros y viejas consignas estudiantiles, rememorando a maestros como Althusser y Foucault o apostillando algunos de los horrores del siglo XX, Albiac expone sin lenitivos su verdad vivida, que es filosofía de la pérdida, y sin pretenderlo nos presta su ejemplo para afrontarla.
En 1839 los rumores sobre unas extraordinarias ruinas de piedra enterradas en las selvas de Centroamérica llegaron a oídos de dos de los exploradores más intrépidos del mundo.
Cautivados por las noticias, el diplomático norteamericano John Lloyd Stephens y el artista británico Frederick Catherwood —ambos ya conocidos por sus aventuras en Egipto, Tierra Santa, Grecia y Roma— zarparon del puerto de Nueva York en una expedición a las inhóspitas selvas de los territorios actuales de Honduras, Guatemala y México.
Lo que descubrieron cambiaría drásticamente el entendimiento de Occidente respecto a la historia humana.
La imagen que tenemos hoy día de Fernando Pessoa se parece poco o nada a la que tuvieron los escritores de su momento. Si en la actualidad Pessoa es el máximo exponente de la literatura portuguesa en España (y el mundo), no podemos decir que la situación fuese la misma en la primera mitad del siglo XX, cuando era entre nosotros una sombra que sólo conocían unos cuantos iniciados.
Sin embargo, la vida de Pessoa estuvo salpicada de encuentros y desencuentros con España y sus escritores. Trazó algunas relaciones con sus “camaradas” vanguardistas (Adriano del Valle, Rogelio Buendía, Isaac del Vando-Villar, Iván de Nogales) y su archivo revela numerosos testimonios de interés por España, en el contexto de su pensamiento sobre Iberia, y por algunos de sus autores, con Miguel de Unamuno a la cabeza.
Ochenta años después de la muerte del portugués, ha llegado el momento de descifrar quién fue Fernando Pessoa entre los escritores españoles de su época y qué significado tuvo España y su cultura en la obra del autor del Libro del desasosiego.