El evangelio es como un hombre que sale a vender seguros. Cada día sale con sus sueños, conoce personas, le habla de su producto, de como necesita un seguro y de que afiliándose a la compañía puede recibir beneficios y tener un futuro mejor.
El vendedor, le habla de su experiencia y de como su producto puede cambiarle su vida, así como lo hizo con él.
Así es el cristiano que sale cada día con su corazón lleno de amor a compartir y cumplir el mandato: ‘‘Id por todo el mundo y compartir el evangelio’’. Al hablar a todos de su fe, de como Jesús lo perdonó y lo salvó; de sus riquezas en gloria y de que un día volverá por los suyos. Llama a que se arrepientan y le acepten como su salvador.
No importa que el mundo te desprecie, Dios te ha prometido que estará contigo todos los días hasta el fin del mundo. ¡Comparte el evangelio! ¡Cristo viene!
¿Qué pueden enseñarnos los griegos y los romanos para nuestro mundo actual?
El laberinto de hoy, el de la crisis global, económica, sanitaria, política, de valores y expectativas, nos angustia día a día y parece no tener salida. ¿Cómo encontrar una guía certera? ¿Dónde están las voces autorizadas que nos orientan? ¿Tiene sentido buscar las claves del presente y el futuro en el pasado?
Como si desenrollásemos un ovillo mágico, se puede seguir a lo largo de la historia de nuestra cultura un hilo tenue pero firme―el encarnado de Ariadna o el áureo de Platón―que conduce a un lugar mejor y enlaza con un escogido grupo de mentores casi providenciales. Tal vez toda historia esté contenida en un número reducido de autores y obras claves, dotados de un carácter modélico, primordial y casi profético. Son, por supuesto, aquellos que llamamos «clásicos», entre los que destacan los grecolatinos. Y es que, en la experiencia histórica y literaria del mundo antiguo―desde Homero a Virgilio, de la democracia ateniense a la república romana―, se puede hallar una fuente de inspiración, intuición y consejo que nunca se agota.
La eminente investigadora M. Teresa Telleria, directora durante muchos años del Real Jardín Botánico de Madrid y profesora emérita del CSIC, recoge en este libro la increíble peripecia de Jeanne Baret, una joven de extracción humilde que, en el siglo XVIII, disfrazada de hombre, participó en la expedición científica de Bougainville. A pesar de esta singular hazaña y de que fue la primera mujer en completar la vuelta al mundo, nada de lo que hizo recuerda hoy su nombre. Las convenciones de su tiempo y el viento de la historia se encargaron de desvanecer su legado. Jeanne Baret, víctima de los contrasentidos de la época que le tocó vivir, vivió a la sombra del Siglo de las Luces.
Con una sucesión limitada de datos, la autora ha conseguido recomponer la odisea de una mujer valiente que arriesgó su vida por un deseo de libertad y prestó un servicio a la ciencia, impagado aún, en el campo de la botánica.