El mundo del que vengo se está extinguiendo. El universo no se tambaleará cuando deje de existir; de hecho, algunos incluso lo celebrarán. En algún momento del pasado yo también lo habría celebrado, pero es donde nací y es normal que esté de luto. A pesar de que sus habitantes pueden ser gente arrogante, hoy sobre todo dan lástima, como los indígenas que venden baratijas a los turistas. Este mundo es hoy un reducto y parodia del pasado que ni siquiera se rebela por sobrevivir'. A medio camino entre el ensayo, las memorias y una crónica periodística, Cristian Segura escribe un libro adictivo y sincero que ha recibido elogios unánimes. Gente de orden es un retrato de las élites de Barcelona, una sociedad en transformación debido a la globalización, a la consolidación del Estado del bienestar y también a la hegemonía del nacionalismo catalán. Las élites no desaparecen, se transforman, y Barcelona es el paradigma.
El mundo del que vengo se está extinguiendo. El universo no se tambaleará cuando deje de existir; de hecho, algunos incluso lo celebrarán. En algún momento del pasado yo también lo habría celebrado, pero es donde nací y es normal que esté de luto. A pesar de que sus habitantes pueden ser gente arrogante, hoy sobre todo dan lástima, como los indígenas que venden baratijas a los turistas. Este mundo es hoy un reducto y parodia del pasado que ni siquiera se rebela por sobrevivir'. A medio camino entre el ensayo, las memorias y una crónica periodística, Cristian Segura escribe un libro adictivo y sincero que ha recibido elogios unánimes. Gente de orden es un retrato de las élites de Barcelona, una sociedad en transformación debido a la globalización, a la consolidación del Estado del bienestar y también a la hegemonía del nacionalismo catalán. Las élites no desaparecen, se transforman, y Barcelona es el paradigma.
El cambio climático es una realidad inapelable. Sin embargo, tras décadas de campañas de peticiones, protestas y manifestaciones, la industria fósil sigue creciendo, al igual que las temperaturas, el nivel de los mares y otros fenómenos climáticos extremos. Si nos lo estamos jugando absolutamente todo, nuestra vida y nuestro futuro, ¿por qué no hemos ido más allá de la protesta pacífica? Andreas Malm (experto mundial en cambio climático, además de militante comprometido con el sabotaje de minas de carbón y vehículos hipercontaminantes) lanza una ardiente llamada para que el movimiento climático intensifique y diversifique sus tácticas con el objetivo de evitar el colapso ecológico. Así, Malm nos ofrece una breve historia de nuestros derechos fundamentales (de la abolición de la esclavitud a la Primavera Árabe, pasando por la revuelta de las sufragistas, las luchas obreras y el Movimiento por los derechos civiles) y concluye de forma irrefutable que, en todos estos casos, la destrucción de la propiedad y la violencia fueron imprescindibles para obtener los privilegios que hoy disfrutamos muchos y dan sentido a nuestras existencias. Consecuentemente, ahora que está en riesgo el derecho a la vida, necesitamos detener de inmediato la extracción de combustibles fósiles destinada a seguir enriqueciendo a unos pocos. ¿Cómo? Vinculando la militancia climática a una corriente anticapitalista amplia. Recordando que la lucha por llegar a fin de mes y por evitar el fin del mundo son la misma. Atreviéndonos a poner rostro a nuestro enemigo: «Más capas de hielo, menos jets privados». Asumiendo que nos jugamos demasiado como para que el movimiento climático siga siendo el primo educado de la gran familia de la agitación social. Aprendiendo a perturbar la normalidad del capital fósil y de sus inversiones con nuestras acciones y nuestros cuerpos. Necesitamos, en definitiva, empezar a dinamitar algunos oleoductos.
¿Loquieres o lonecesitas?
Una gran crónicasobre lo quesignificaríadejar decomprar.
Jamás los bienes materiales habían sido tan importantes para nuestra vida y nuestra identidad. Agotamos los recursos del planeta dos veces más rápido de lo que pueden regenerarse. Compramos el doble de prendas de ropa que hace veinte años y las conservamos durante la mitad de tiempo. Vivimos inmersos en la cultura del consumo compulsivo, conocemos las consecuencias y, sin embargo, no podemos parar. Pero ¿cómo sería nuestro mundo si dejásemos de hacerlo? ¿Se colapsaría la civilización? ¿Asistiríamos al renacimiento de la ecología del planeta? ¿Qué ocurriría con nuestra manera de pensar, crear productos, invertir el tiempo, expresar nuestra individualidad?
J. B. MacKinnon entrevista a productores artesanales y sociedades de consumo cero, visita lugares donde las economías han experimentado cierres temporales y reúne una gran cantidad de opiniones de expertos. El resultado es una crónica profundamente perspicaz y actual, una exploración esencial de quiénes somos y qué consumimos, y una visión de un futuro, quizá, más sostenible.
Sabemos que con nuestras propias decisiones hemos puesto al mundo en peligro; ahora debemos preguntarnos si seremos capaces de cambiar de paradigma.