¿Hay un Foucault que no conozcamos todavía, o no lo suficiente? Los cursos en el Collège de France, impartidos entre 1970 y 1984, focalizaron la atención de lectores y especialistas en el último Foucault, preocupado por indagar una ética y una estética de la existencia en el mundo grecorromano. Este libro, y otros cursos y trabajos inéditos que irán apareciendo en esta serie, invitan a girar la mirada hacia el joven Foucault, el que entre 1949 y 1954 se gradúa en Psicología y Psicopatología, asiste al "seminario de los miércoles" de Jacques Lacan y trabaja en el hospital psiquiátrico de Sainte-Anne, al tiempo que se propone interrogar desde este campo sus inquietudes filosóficas.
¿Hubo realmente tolerancia religiosa en al-Ándalus y en los reinos cristianos medievales? ¿Qué papel tuvieron los visigodos en la Península? ¿La unidad de España empezó con los Reyes Católicos? ¿Tiene sentido usar el término «reconquista»? ¿Fue beneficioso el Imperio de los Habsburgo en nuestro país? ¿Cuándo y cómo comenzaron los desacuerdos con Cataluña? En un contexto donde la opinión a menudo eclipsa al conocimiento, Manuel García Parody desmantela mitos y patrañas arraigados, revelando la verdad detrás de figuras emblemáticas como don Pelayo, el Cid Campeador y el apóstol Santiago, y conceptos equívocos como la España árabe, Latinoamérica o la guerra de Independencia. Desde Ataúlfo hasta Juan Carlos I, nos sumergiremos en momentos clave de nuestro país, cuestionando las versiones simplificadas y descubriendo una trama más compleja y rica, que desafía la idea de una nación identificada únicamente con lo castellano y lo católico, en defensa de la pluralidad que la historia revela. La otra historia de España ofrece al lector una mirada crítica, con rigor y sentido del humor, a través de un libro que busca ser fiel a un principio fundamental: la verdad, el eje que todo historiador debe seguir.
En el punto álgido de la Segunda Guerra Mundial, cuatro mujeres comenzaron sus estudios en la universidad de Oxford: una católica conversa extremadamente brillante; una chica de buena familia que anhelaba escapar del asfixiante ambiente en el que había sido criada; una ferviente comunista aspirante a novelista con una lista de pretendientes más larga que su brazo, y la cuarta: una tranquila y desordenada amante de tritones y ratones que se convertiría en una gran intelectual pública de su tiempo. Se hicieron amigas de por vida. En ese momento, solo un puñado de mujeres había hecho de la filosofía su modo de vida. Pero cuando la mayoría de los hombres de Oxford fueron reclutados en la guerra, todo cambió.
Mientras Elizabeth Anscombe, Philippa Foot, Mary Midgley e Iris Murdoch trabajaban para hacerse un lugar en un mundo dominado por hombres, mientras construían sus amistades y familias, mientras se acercaban y se alejaban entre ellas, siempre defendieron que algunas maneras de vivir son mejores que otras. Las diferencias en el ámbito de la filosofía moral que marcaron sus aportaciones provocó el cambio más importante en la disciplina durante más de un siglo, reemplazando la árida escolástica por una vuelta a las discusiones sobre la bondad, la virtud y el carácter.