Maigret plantea una serie de precisiones temáticas y cronológicas sobre las distintas corrientes de pensamiento que han abordado el tema de la comunicación. Conservando una visión histórica, que ilustra la evolución de las teorías y los compromisos de los autores, trata de poner de manifiesto los elementos canónicos de cada una de las grandes tradiciones.
En 1844, y atribuyéndolo a Juan Clímaco, Kierkegaard había publicado Migajas filosóficas, obra en la que diferenciaba radicalmente la filosofía sistemática con pretensiones absolutas (representada por Hegel) del socratismo, y a este, de la relación única que se produce entre el maestro y los discípulos, tal como se establece en el caso de Cristo y los cristianos.
Dos años más tarde, el mismo Juan Clímaco (y su «editor», es decir, Søren Kierkegaard) se vio en la obligación de hacer una serie de apostillas a dicho texto. En ellas profundizaba en los muchos matices del problema de cómo cabe siquiera pensar que la eternidad se relacione con el tiempo, o sea, que Dios y la historia puedan estar de algún modo en contacto y el individuo existente pueda realmente convertirse ya ahora en seguidor de la verdad plena y eterna.
La empresa, ciertamente, no puede ser más atrevida: se trata de formular los fundamentos de una ontología existencial donde la libertad y el amor hallen cabida e incluso se conviertan en el núcleo de un nuevo pensamiento antisistemático y mucho más profundo que cualquier intento de sistema.
Una selección personal y clarificadora de más de 1.200 definiciones que nos ayudarán a comprender mejor la filosofía. Porque si pensamos mejor, viviremos mejor.
La filosofía tiene su propio vocabulario: algunas palabras solo le pertenecen a ella y otras, más numerosas, las toma prestadas del lenguaje ordinario y les da un sentido más preciso o más profundo. Esto forma parte de su dificultad, pero también de su fuerza: la filosofía no es propiedad de nadie y es evidente que requiere esfuerzos, trabajo y reflexión pero vale la pena por el placer que ofrece a cambio.