La relación entre capitalismo y democracia se ha vuelto problemática, pero ambos se necesitan mutuamente
Hace tres décadas, tras el colapso de la Unión Soviética, el capitalismo democrático occidental pareció triunfar definitivamente. Hoy, ese sistema atraviesa una crisis profunda. A izquierda y derecha proliferan las voces de quienes afirman que al capitalismo le iría mejor sin democracia, y la de quienes sostienen que la democracia estaría mejor sin capitalismo.
La democracia liberal está amenazada incluso en los países donde nació, Reino Unido y Estados Unidos, en medio de una ola populista global. Los modelos políticos autoritarios y los modelos económicos anticapitalistas siguen ganando popularidad.
¿Por qué ha sucedido esto? Y, sobre todo, ¿qué debemos hacer? Martin Wolf reflexiona sobre el precario equilibrio donde se asienta el binomio capitalismo-democracia.
Durante los últimos tres siglos, Occidente extendió inexorablemente su domino sobre el planeta. Pero, de repente, con el cambio de milenio, este rumbo parece haberse invertido. Enfrentado a un escenario de estancamiento económico, división política y retroceso demográfico, Occidente parece precipitarse hacia un acelerado declive. No es la primera vez que la historia asiste a un ascenso y a una caída tan vertiginosos. El Imperio romano siguió una trayectoria similar, desde el poder cuasi omnímodo hasta la desintegración, algo que, tal y como este libro argumenta, es más que una curiosa coincidencia histórica. Desde el 399 al 1999, los ciclos vitales de los imperios siembran las semillas de su inevitable destrucción.
«Lo quiero todo de la vida, quiero ser mujer y quiero ser hombre, quiero tener muchos amigos y gozar de la soledad, quiero trabajar mucho y escribir buenos libros, quiero viajar y pasarlo bien, quiero ser egoísta y quiero ser generosa», dijo Simone de Beauvoir en una carta a su amante Nelson Algren. Desde su infancia, en una época en la que a las mujeres no se les permitía estudiar, votar o elegir su profesión, hasta convertirse en una de las pensadoras más influyentes de todos los tiempos, Simone se embarcó con pasión en la gran aventura de ser ella misma. La filósofa y escritora existencialista, que se declaró comunista y atea, que formó con Sartre una pareja mítica, pero que decidió no casarse ni tener hijos, y que trató de entender qué significa ser mujer, sigue siendo un icono incontestable del feminismo y una fuente de inspiraciónpara una legión de lectoras. Las premiadas Julia Korbik y Julia Bernhard retratan a la autora de El segundo sexo como hija, amiga, amante: una intelectual que lo quiso todo de la vida y exploró como nadie lo había hecho antes en la condición femenina, la sexualidad, la libertad y las distintas maneras de amar.