Una refutación del mito más extendido (y peligroso) de nuestra época
La lucha por la justicia social es una de las principales causas de nuestro tiempo, que interpela a muchas personas diferentes por diversas razones. Pero que se utilicen las mismas palabras no siempre supone estar hablando de lo mismo. Debemos aclarar los significados para descubrir en qué estamos de acuerdo y en qué discrepamos.
El veterano pensador Thomas Sowell, que lleva más de seis décadas cuestionando los presupuestos económicos y filosóficos progresistas, demuestra en su último libro que muchas de las cosas que los luchadores de la justicia social creen verdaderas, sencillamente, no resisten una mínima confrontación con los hechos.
Este libro, cargado de datos y argumentos, desmonta la visión distorsionada y victimista de la realidad del pensamiento woke que está arrastrando a la civilización occidental hacia el precipicio.
Sowell nos recuerda que la agenda de la justicia social a menudo conduce en la dirección opuesta a su ideal, en ocasiones con consecuencias catastróficas.
El colapso ecológico y el discurso que insiste con la catástrofe planetaria se han vuelto parte de nuestro sentido común. En esta antología, Eduardo Galeano propone una mirada alternativa, que es en realidad una constante en toda su obra, para acercarnos al mismo problema: nos recuerda nuestro vínculo insoslayable con la naturaleza, explora su riqueza y sus formas de resistencia, y hasta señala con alarma nuestra tenacidad urbana y moderna de creer que podemos prescindir de ella. En estas páginas, Galeano imagina un Juicio Final para los seres humanos, en el que un alto tribunal de bichos y plantas nos acusará de haber convertido el reino de este mundo en un desierto de piedra. No es tarde, dice también, para entender de una vez que nuestro planeta es nuestra única casa. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos; y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. La civilización que confunde los relojes con el tiempo, el crecimiento con el desarrollo y lo grandote con la grandeza también confunde la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.
Un alegato a favor de la globalización: no es excesiva, sino insuficiente
El libre mercado ha sacado a millones de personas del hambre y la pobreza, una realidad evidente incluso para Marx y Engels. Pese a ello, a principios de este milenio, emergió y proliferó un potente movimiento anticapitalista internacional.
Johan Norberg desarrolló entonces una esclarecedora defensa de la teoría y la práctica del liberalismo económico. Su tesis contribuyó a crear conciencia sobre el hecho de que los países sólo podrían salir del subdesarrollo con más comercio, inversión e iniciativa empresarial.
En la actualidad, ante el resurgir de las voces que claman que la globalización ha ido demasiado lejos, Norberg vuelve a plasmar su argumentación promercado, procomercio y proinmigración en un nuevo manifiesto. Aunque los ataques vienen fundamentalmente de la derecha reaccionaria, todos los populismos comparten el mismo mito de la economía como un juego de suma cero en el que hay ganadores y perdedores de la globalización.
El manifiesto capitalista demuestra que, pese a todos los factores que generan incertidumbre, durante los últimos veinte años se ha experimentado el mayor progreso en términos de prosperidad y bienestar. Este libro es una apología apasionada y rigurosa de la libertad económica internacional en una época que vira peligrosamente hacia el estatismo, la hiperregulación y el intervencionismo.