En 1943, dos años después de su llegada a Nueva York, Hannah Arendt escribe el ensayo Nosotros, refugiados. Testimonio existencial de una apátrida excepcional, pero también primer manifiesto político sobre las migraciones, esta obra constituye una lectura indispensable para orientarse en el escenario político actual, donde ha aumentado la masa de quienes, atrapados entre fronteras nacionales, son considerados cuerpos extraños, superfluos, residuos de carne y hueso; los Estados aún discriminan y rechazan, mientras se multiplican los campos de internamiento y las zonas de tránsito donde son arrojados millares de seres humanos. La presente edición complementa el texto con un estudio crítico de Donatella Di Cesare que reconstruye la lección de Arendt, devolviéndole todo su carácter disruptivo.
Si en "Breve historia de las migraciones", publicada en esta misma colección, Massimo Livi Bacci hace un recorrido por el desarrollo de este fenómeno consustancial a la especie humana a lo largo de la historia, en "Por tierras y mares: Quince migraciones de la antigüedad a nuestros días" desciende a la narración pormenorizada de los hechos. Clasificadas según el grado de libertad individual que ha presidido la elección del desplazamiento (desde la ausencia absoluta que caracterizó, por ejemplo, los movimientos en la URSS durante la Segunda Guerra Mundial, a la más o menos libertad plena con que se pudo realizar el desplazamiento a través del Atlántico hacia el continente americano durante los siglos XIX y XX), el autor describe en estas páginas quince casos concretos que afectaron al mundo "occidental" -Europa y América- desde la antigüedad a nuestros días. Susceptibles de acabar en desastre o de culminar con éxito, refractarias a generalizaciones, paradigmas o modelos, las migraciones son fenómenos físicos y sociales, así como hechos políticos, que dejan de forma invariable su impronta en la historia.
Con este libro pretendo: en primer lugar, presentar los aspectos más importantes que son necesarios, para qué un hijo de Dios, que ha llegado por medio del Mesías, manifieste las bendiciones financieras; y en segundo lugar, motivar a la iglesia del Señor (pueblo de Dios) a caminar conforme a su voluntad y principios que rigen esta y todas las áreas de sus vidas, para que puedan recibir las promesas que les corresponden en la misma.
Llamamos melancólico a quien no puede hacer más que entregarse sin reservas a ese sentimiento de deambular en la oscuridad y desear la luz, y a su estado lo denominamos melancolía. La melancolía es recuerdo. Si hubo tormenta, habrá otra. Si hay marea baja, volverá a subir la marea. El hombre melancólico no se fija en lo que hay en un preciso momento, sino que espera la llegada de aquello que en ese momento no es. Se aferra mentalmente a lo previsible, aunque es posible que el recuerdo de lo imprevisible haya hecho ya mella en su confianza en la razón; teme lo que no está y por eso se angustia ante la llegada de aquello que espera.
Una guía práctica a través de las enseñanzas del filósofo estoico séneca para una vida buena.
El estoicismo, la filosofía más influyente del Imperio romano, ofrece formas refrescantemente modernas de fortalecer nuestro carácter interior frente a un mundo impredecible. Ampliamente reconocido como el escritor más talentoso y humanista de la tradición estoica, Séneca nos enseña a vivir con libertad y propósito.
En El arte de vivir como un estoico, el académico David Fideler extrae las obras clásicas de Séneca en una serie de capítulos y explica con claridad sus ideas sin simplificarlas demasiado. Disfrutado mejor como un ritual diario, como una taza de café energizante, la sabiduría de Séneca nos proporciona un flujo constante de consejos probados en el tiempo sobre la condición humana, que no ha cambiado mucho en los últimos dos mil años.
¿Por qué tanto ensañamiento con el cinismo? Porque el cínico cometió el terrible pecado de señalar el idealismo con el dedo y gritar: «¡El rey va desnudo!». Desde entonces, los maestros de la filosofía los ignoran, los silencian, los tergiversan, los caricaturizan o directamente los descalifican para que su mensaje quede oculto. Platón defendió la existencia de un modelo eterno, perfecto e inmaterial de hombre al que debemos someternos. Pero Diógenes se ríe de esta teoría y busca por las calles de Atenas, con una linterna en pleno día, a ese hombre ideal. Platón define al ser humano como «un animal de dos pies y sin plumas», y los académicos que lo escuchan admiran su sabiduría. Mientras tanto Diógenes sale a la calle, toma un gallo, le quita las plumas, lo tira al suelo de la elitista escuela y le dice a Platón: «Aquí tienes a tu hombre». Este se niega a debatir con Diógenes y lo trata siempre de loco. A partir de ese momento, los idealistas siguen la actitud del maestro.
No me tapes el sol busca actualizar la filosofía cínica como salvavidas para subsistir con libertad, cordura y dignidad en un mundo pospandemia que parece navegar a la deriva.