La prueba principal de la existencia de Dios, yace en el he-
cho de que, nada sucede a no ser que algo lo cause, así mismo,
los bizcochos no desaparecen del envase, a menos que los dedos
de alguien se los lleven, y un nogal no brota del suelo, si antes
no cayó allí una nuez. Los fi lósofos enuncian este principio,
diciendo que “cada efecto debe tener una causa”.
Radical y revolucionario, a partir de su particular observaciÓn de las masas sociales de su tiempo-entonces vinculadas normalmente a un rey- y de la historia de los pueblos y civilizaciones más relevantes hasta esa fecha,Rousseau hace un profundo estudio acerca de los vínculos que unen a estos súbditos con sus soberanos. Este pensador, escritor,mísico,filósofo,naturalista y botánico,no cree que este vínculo que los une resida en la fuerza o la sumisión, sino que el hombre renuncia de manera voluntaria a su estado de inocencia natural para así poder someterse a las normas de la sociedad imperante, y todo ello a cambio de unos derechos y beneficios de mayor calado que son innatos al intercambio social que se genera. Todo este consentimiento, que es totalmente voluntario, se materializará mediante un contrato, el ''contrato social''.
Hablamos como si supiéramos lo que significa la gracia. Sin embrago, ¿ La comprendemos realmente? ¿ No nos habremos conformado con una gracia endeble? La palabra bien en el letrero de un iglesia. Jamás causa problemas ni exige una respuesta. Cuando a alguien se le pregunta si cree en la gracia, ¿ Cómo diria que no?
¿Le conocen por las maletas que se echa a cuestas?
Es probable que lo hiciera esta mañana. En algún punto entre su primer paso y el último para cruzar el umbral, usted tomó equipaje. Fue hasta el dispensador de maletas y cargó unos cuantos bolsos. Pero este dispensador no es la cinta transportadora del aeropuerto. Es la de la mente. Y las valijas que tomamos no son de cuero, sino de cargas: Las maletas de la culpa, del descontento, de la ansiedad y de las tristezas. Añádase un maletín de perfeccionismo, el saco de la soledad y la bolsa de lona del temor. No es raro que estemos tan cansados al final del día. ¿Hacia dónde podemos volvernos en busca de ayuda? ¿Qué le parece si consultamos aun viejo amigo, el Salmo Veintitrés?
Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte.
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de míen presencia de mis
angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Con estos versos como guía, Max Lucado nos conduce a lo largo de un útil inventario de nuestras cargas. Nuestro deseo es que Dios use este salmo para recordarle que deje las cargas que nunca debió llevar. Max, Denalyn y sus tres hijas viven en San Antonio, Texas, donde pastorea
la iglesia Oak Hills.