El corazón que ha movido la historia del mundo, nos dice Peter Frankopan, se encuentra en las tierras de Eurasia que recorrían las rutas de la seda. Allí surgieron los grandes imperios de la antigüedad y las grandes religiones de alcance universal.
Después de «Ser y tiempo», Martin Heidegger encontró en los griegos la inspiración de su «camino del pensar». No solo rememoraba así la vuelta a Grecia de un Friedrich Hölderlin, sino que adoptaba el gesto radical de Friedrich Nietzsche, quien buscó recuperar la filosofía trágica de los griegos anterior a Sócrates. En los presocráticos verá también Heidegger esa alba de la filosofía cuya comprensión del mundo y del lenguaje fue olvidada por la metafísica occidental. Las lecciones aquí editadas fueron impartidas en el semestre de verano de 1932. En ellas, al hilo de los fragmentos, se da una interpretación de dos de los pensadores presocráticos más significativos en «el comienzo de la filosofía occidental». La célebre «Sentencia de Anaximandro» y el no menos famoso «Poema de Parménides» son textos fundacionales del discurso filosófico en los que ocupan un lugar central, por primera vez, nociones como Justicia, Verdad o Ser.