¿Cómo deben participar las empresas y las organizaciones sociales en el debate público?
¿Qué papel tienen en las democracias consolidadas? ¿De qué manera pueden sumar a la ciudadanía en las grandes transformaciones económicas?
La incidencia pública se ha convertido en un nuevo superpoder para las organizaciones. Esta práctica empresarial, consolidada en el mundo anglosajón y practicada en España por el tercer sector, lleva años demostrando que cualquier gran cambio debe ser contrastado y validado por la opinión pública y los grupos de interés. Solo así se conseguirá generar un impacto positivo en la sociedad, promoviendo una visión más integradora y colaborativa para afrontar los desafíos actuales y futuros.
Vivimos un tiempo de aceleración generalizada. Creímos que la paralización global que supuso la pandemia permitiría una pausa, una reflexión y un cambio de ritmo. Pero no fue así. La inercia era demasiado fuerte. Al fin y al cabo, la aceleración es un patrón rítmico que se asentó en Occidente en los inicios de la Modernidad: entonces el discurso religioso asoció la lentitud al pecado capital de la pereza, mientras el discurso económico encumbró la rapidez en la producción y en los intercambios comerciales como símbolo de progreso y eficacia social. Así, la historia de la Modernidad es la historia de una discriminación: al erigir la velocidad como modelo latente pero absoluto de las virtudes sociales, las sociedades modernas inventaron un «vicio», la lentitud, es decir, la supuesta incapacidad de algunos individuos para «seguir el ritmo de los tiempos». A partir de esta idea, este ensayo lleva a cabo un estudio fascinante de la violencia simbólica que el sistema ejerce sobre todos nosotros. Laurent Vidal rastrea así la génesis de los lentos —esos individuos marginados por la maquinaria del progreso—, pero además desvela el modo en que estos han ido apropiándose de distintas estrategias vinculadas a la lentitud para subvertir la apisonadora de la Modernidad, resistiéndose a adecuar su propio ritmo orgánico, emocional e intelectual a las exigencias productivistas del sistema capitalista, yendo en contra del tempo impuesto primero por los relojes y los cronómetros y más tarde por otras tantas herramientas de control social. Así, al inventar nuevos modos de acción basados en las rupturas del ritmo dominante, los lentos nos ofrecen una visión diferente, y cada día más necesaria, de la emancipación. Combinando el rigor erudito de un gran historiador con la sensibilidad de un magnífico escritor, este ensayo abre nuevos horizontes para repensar nuestra relación con la libertad en un mundo donde la existencia ordinaria queda tantas veces asfixiada por el ritmo impuesto por todo tipo de 'gadgets' y 'apps'.
En este volumen sobre la historia de las ideas, uno de los grandes pensadores del siglo XX aborda la influencia que los críticos reaccionarios y románticos de la Ilustración han ejercido en el curso del mundo contemporáneo. Dicha influencia ha resultado extremadamente contradictoria: ha impulsado movimientos políticos antiliberales (el autoritarismo, el nacionalismo, el fascismo), pero al mismo tiempo, de forma paradójica, ha revitalizado el liberalismo, ya que la diversidad y el pluralismo defendidos por los críticos románticos son una fuente importante de nuestras concepciones modernas de la tolerancia y la democracia.