Una perspectiva panorámica del conflicto que nos ofrece una manera totalmente nueva de entender la segunda guerra mundial.
La historia se basa en fechas, en una cronología, y la segunda guerra mundial no es una excepción a la regla. Para relatarlo de una forma original, lúdica y estética, ¿qué mejor que la infografía? Esta es la apuesta de esta cronografía de más de 600 fechas que se despliegan a lo largo de más de 3 metros. El período 1935-1948 se escenifica así para ofrecer al lector información en bruto -una fecha, un hecho- pero también para dar, a través del poder de la infografía, un significado adicional a la multitud de eventos que componen este cataclismo global.
«Ceder no es consentir». Esto pareciera evidente. Sin embargo, es necesario delinear la frontera entre «ceder» y «consentir», pues en ocasiones puede darse una peligrosa proximidad entre ambos.
«Ceder no es consentir». Esto pareciera evidente. Sin embargo, es necesario delinear la frontera entre «ceder» y «consentir», pues en ocasiones puede darse una peligrosa proximidad entre ambos. El consentimiento, de hecho, siempre implica un riesgo: nunca puedo saber de antemano a dónde me conducirá. ¿Podría ser entonces que el consentimiento dejara la vía libre a la coerción? La experiencia de la pasión, la angustia en la relación con el otro y la obediencia al superyó desdibujan la frontera entre el consentimiento y la coerción dentro del propio sujeto.
Es con mucha delicadeza y honestidad que el sociólogo Didier Eribon nos invita a acompañarlo en su genealogía de una ruptura. Pues de eso se trata y siempre se trató desde su adolescencia: arrancarse de un mundo social, familiar, popular y de provincia cuyos valores y sensibilidades nunca compartió. Un mundo caracterizado por la pobreza, la homofobia y la xenofobia, del que decidió escapar yéndose a vivir su homosexualidad y forjar su universo intelectual en la gran capital, París. Mundo social con el que se reencuentra, décadas más tarde, en ocasión de la muerte de su padre.
¿Es posible dejar definitivamente atrás su propio pasado? ¿Es posible no ser prisionero de su propia historia? ¿Cómo enfrentar los fantasmas de un pasado doloroso que no quiere pasar y que nunca deja de volver a la superficie, puesto que se encuentra inscripto en lo más íntimo de nuestro cuerpo, de nuestra sensibilidad, de nuestra identidad social e individual?