La correspondencia de los Lósev es un documento excepcional sobre la vida cotidiana en el Gulag: el frío, el hambre, el trabajo general, los criminales, los traslados, las incesantes gestiones para obtener la revisión de la sentencia, la oscuridad, la humedad, las literas estrechas, la vida en barracas donde los hombres se hacinan como arenques... En lo más profundo de este infierno dos voces resuenan, formando una sola. La primera se rebela, se muestra alterada, en búsqueda de una serenidad difícil de encontrar. La segunda voz, sin embargo, es suave, regular, tierna, íntima. Valentina Loseva solo busca consolar el alma agotada de su compañero. La correspondencia de los Lósev no fue publicada íntegramente en Rusia hasta 2005. Por tanto, es una oportunidad única para conocer el alma de un gran intelectual y buscar con él la esencia del ser humano.
EL MUNDO DIGITAL IMPACTA EN NUESTRA PSIQUE Y EN NUESTRA ESENCIA MÁS PROFUNDA.
¿QUÉ MODELO DE HUMANIDAD QUEREMOS CONSTRUIR?
Asistimos a la década más disruptiva en la historia de la humanidad: el cambio va más rápido de lo que el mundo es capaz de asumir y las consecuencias empiezan a notarse. Somos la sociedad más desarrollada, la más conectada, la mejor preparada… y la más insatisfecha.
No hay salud sin salud mental y… no hay salud mental, sin salud digital.
El entorno digital es un nuevo salvaje Oeste: las reglas son completamente desconocidas y no las dictamos nosotros. Sumergidos en redes cuya estrategia de captación se basa en obtener patrones que generen cerebros adictos, somos conscientes de que algo va mal, pero no sabemos ponerle nombre.
Encontrar el equilibro ya no es solo cuestión de ser felices: es cuestión de ser libres.
Mar España, experta indiscutible en materia de protección de datos, denuncia aquí una realidad que está ya ante nuestras narices y nos muestra las herramientas a nuestro alcance para construir un mundo mejor.
HAZTE DUEÑO DEL FUTURO, PORQUE ESTÁ AÚN POR ESCRIBIR.
Las lecturas convencionales de la Antigüedad enfrentan a Atenas con Jerusalén, donde Atenas representa la «razón» y Jerusalén la «fe». Sin embargo, como nos recuerda Susan Buck-Morss, los estudios más recientes han eliminado esta separación. Nombrar el primer siglo como un punto cero –«año uno»– que divide el tiempo en antes y después es igualmente arbitrario, nada más que una conveniencia que carece de sentido empírico. En Año 1, Buck-Morss libera el primer siglo para que pueda hablarnos de otra manera, reclamándolo como terreno común y no como origen de diferencias profundamente arraigadas.
Buck-Morss se propone derribar varias premisas conceptuales que han dado forma a la modernidad como episteme y nos han conducido a algunos impases posmodernos poco útiles. Se acerca al siglo I a través de los escritos de tres pensadores a menudo marginados en el discurso actual: Flavio Josefo, historiador de la Guerra de Judea; el filósofo neoplatónico Filón de Alejandría; y Juan de Patmos, autor del Apocalipsis, el último libro de la Biblia cristiana. También aparecen Antígona y John Coltrane, Platón y Bulwer-Lytton, al-Farabi y Jean Anouilh, Nicolás de Cusa y Zora Neale Hurston, por no hablar de Descartes, Kant, Hegel, Kristeva y Derrida.