Como niña católica de familia humilde del norte de Inglaterra, Hilary Mantel creció en un entorno austero y riguroso que, lejos de limitarla, alimentó una imaginación exuberante que le hizo creer que las hazañas más extraordinarias estaban al alcance de su mano; entre ellas, convertirse en caballero andante a los cuatro años.
Estas fascinantes memorias son un intento por parte de la autora de recuperar a esa niña que fue, y de hacerlo antes de que otros comiencen a contar su historia por ella. Son el relato de su difícil infancia y de su adolescencia, momento en el que empezó a sufrir los síntomas de una enfermedad que, ya de adulta, le causaría un gran dolor y le arrebataría la posibilidad de ser madre.
Aunque sería ese mismo dolor el que, más adelante, la abocaría a la escritura como manera de rescatarse a sí misma. Mantel, quizá más conocida por su galardonada trilogía de Thomas Cromwell, escribe con un finísimo oído y una inteligencia furiosa mientras resucita fantasmas de una vida que «tiemblan entre las líneas».
Los piratas tienen una larga trayectoria en la cultura popular, que abarca desde los cuentos infantiles de la isla del tesoro hasta las innumerables películas sobre los piratas del Caribe. En este libro, Rediker nos ofrece una perspectiva propiamente histórica acerca del capítulo que constituye la principal fuente de inspiración de estas imágenes: las tripulaciones piratas que se forman entre el final de la Guerra de Sucesión española en 1714 y el final de la década de 1720, cuando la mayor parte de los barcos pirata son hundidos o capturados y sus tripulantes exterminados o dispersados.
Lejos, sin embargo, de ofrecer una imagen más sobria y menos excitante, la investigación histórica aporta materiales sorprendentes sobre una experiencia que se muestra netamente popular y rebelde. Villanos de todas las naciones presenta y analiza, de forma rigurosa y amena, las razones de la piratería: la revuelta y el motín contra la disciplina del barco transatlántico, la estricta democracia en el gobierno del barco pirata, el internacionalismo de sus tripulaciones y la exaltación de una «vida alegre y breve», frente a la miseria y la brutal explotación de este primer proletariado marítimo.
Que los rituales son un rasgo básico y compartido del ser humano lo ha aprendido Ignacio Jáuregui de la manera más directa: a base de encontrárselos por todos los rincones del mundo. De los bar mitzvah celebrados junto al Muro de las Lamentaciones al funeral por un magistrado inglés, o de la puesta de largo de unas adolescentes birmanas a un partido de máxima rivalidad en Chiapas, el autor pasea su mirada, a la vez despegada y atenta, por ceremonias religiosas y civiles que le salen al encuentro. El resultado es un mosaico fascinante que dibuja, por agregación, una idea del ritual como mecanismo de reconocimiento en un nosotros, como cadena de transmisión en el tiempo, como vehículo de codificación de sentimientos.