A lo largo de la historia, el pasado ha sido utilizado —y (re)escrito— como arma política para justificar toda una serie de discursos ideológicos que manipulan y resignifican nuestros espacios: hablamos de las evidencias físicas, desde los monumentos conmemorativos hasta los vestigios que podemos rastrear en las ciudades a través de su arquitectura y urbanismo. Estos demuestran la existencia no solo de acontecimientos del pasado, sino de formas de pensar, valores que han desaparecido o movimientos sociales que dejaron su huella en el espacio público y que se filtran gota a gota en el presente.
Cuando nuestras ciudades se remodelan en base a fantasías sobre lo que ocurrió, cuando los monumentos mienten sobre quién merece nuestro reconocimiento, o cuando directamente se destruyen, el registro histórico está siendo adulterado. Del mismo modo, cuando se nos dice que ciertos estilos arquitectónicos son ajenos a nuestras ciudades, cuando las decisiones que se toman sobre nuestro entorno no tienen ningún tipo de fundamento histórico, o cuando se privatiza el espacio público, estamos siendo manipulados. ¿Qué nos queda si ya no podemos confiar en el mundo tangible que nos rodea para decirnos la verdad?
Sylvia Plath fue una mujer de intensos matices cuya obra, más de medio siglo después de su desaparición, sigue suscitando fervorosa devoción entre los lectores de medio mundo. Referente literario indiscutible, cultivó una lírica visceral tan refulgente como sombría cuyo arraigo se focalizó siempre en el «yo», siendo una de las pioneras de lo que se denominó «poesía confesional». Por ello, para comprender en profundidad su obra, resulta especialmente relevante conocer también su vida. Esta biografía, documentada a partir de miles de documentos de archivo y cientos de entrevistas a quienes la conocieron, traza un itinerario que da comienzo con el análisis de sus orígenes familiares, y desemboca en su trágico suicidio, en febrero de 1963, en un frío apartamento londinense. En este camino propuesto por el autor, encontramos a la persona que se esconde tras el mito: la complicada relación con su padre y el trauma derivado de su temprana muerte, su tormentoso matrimonio con el también poeta Ted Hughes, la maternidad y las dudas y temores que se le derivan, o la creadora de inigualable talento que trató de abrirse un hueco en un mundo, el del «establishment» literario, monopolizado por los hombres. En resumen: la vida de un ser humano complejo y lleno de contradicciones, miedos, angustias y necesidades, pero también la de una luchadora en un mundo constreñido por las limitaciones de su época y por su condición de mujer.
El escenario político actual nos trae de vuelta ciertos discursos nacionalistas que, azuzados por movimientos populistas de apariencia moderna, no dudan en explotarlos con fines autoritarios, racistas, chovinistas o xenófobos. Esta realidad refuerza la opinión de que se trata de una ideología reaccionaria y, en esencia, antidemocrática.
En El porqué del nacionalismo, la politóloga Yael Tamir presenta un apasionado argumento en contra de este razonamiento, en el que busca poner el acento sobre las virtudes participativas e igualitarias del nacionalismo, considerándolo como una fuerza con capacidad aglutinante y emancipadora.
En su opinión, lejos de encontrarnos frente a una «fuerza maligna», debemos cambiar el énfasis de lo global a lo nacional como una manera de redistribuir las responsabilidades y compartir los beneficios de un modo más democrático y justo. Así, elabora un relato original y convincente de porqué hoy en día resulta más importante que nunca para la izquierda reconocer estas cualidades del nacionalismo, a fin de reclamarlo a los extremistas de derecha y redirigir su fuerza hacia fines progresistas.