Detrás de muchos príncipes se esconden lobos feroces
Blancanieves se lanzó en brazos de un amor que creyó perfecto y que la acabó anulando; la Bella Durmiente cayó en un sueño forzado y, cuando despertó, había sufrido una violación; a Ariel le arrancaron una parte de su cuerpo bajo el pretexto de alcanzar la pureza; Caperucita fue a las fiestas de San Fermín y fue violada por cinco lobos, la Manada de Pamplona. Todos ellos son testimonios reales.
Sandra Sabatés ha entrevistado a mujeres que viven a nuestro lado, jóvenes que lidian con sus fantasmas mientras tratan de reconstruir sus vidas… También ellas son supervivientes, como las protagonistas de los cuentos clásicos, aunque las historias que aquí se recogen tienen poco de infantiles. Queda la crudeza de una realidad que se resiste a desaparecer, pero también la esperanza de que llegue el día en que los monstruos solo vivan en la ficción.
Un libro que denuncia hasta qué punto hemos normalizado la violencia de género
A pesar de los grandes logros en igualdad de las últimas décadas, la violencia de género es una realidad todavía omnipresente. En el último año, 243 millones de mujeres y niñas de todo el mundo han sufrido violencia sexual, física o psicológica.
En España, cada tres días una mujer es asesinada por su pareja.
La costilla rota de Adán está dirigido a las mujeres que sufren las consecuencias traumáticas y los efectos devastadores de este tipo de violencia naturalizada, ejercida mayoritariamente de forma silenciosa y psicológica. Desde el conocimiento otorgado por su larga trayectoria en experiencia clínica, la autora nos brinda, entre otros aspectos, las claves sociales para comprender las causas de este fenómeno, nos explica cómo se ha diagnosticado el sufrimiento de las mujeres a lo largo de la historia, identifica las múltiples formas ocultas en las que se ejerce, así como las maneras en las que se interioriza y se expande a las relaciones afectivas y sexuales, y finalmente nos proporciona las herramientas psicoterapéuticas para la recuperación de las víctimas.
Es un hecho sobre el que no se debería dejar de reflexionar que no hay ni ha habido nunca ninguna comunidad, sociedad o grupo que haya decidido renunciar pura y simplemente al lenguaje. Muchas veces se interrogó sobre cómo empezaron a hablar los hombres, y sobre el origen del lenguaje se propusieron hipótesis imposibles de verificar y sin ningún rigor; pero nunca se preguntó por qué continúan haciéndolo. Sin embargo, la experiencia es simple: se sabe que si el niño no se expone al lenguaje de algún modo dentro de los once años de edad, pierde irreversiblemente la capacidad de adquirirlo.