José Ortega y Gasset (Madrid, 1883-1955), doctor en Filosofía y Letras, amplió estudios en las Universidades de Leipzig, Berlín y Marburgo, consiguiendo a los veintisiete años la cátedra de Metafísica de la Universidad Central. En 1923 funda Revista de Occidente, una de las publicaciones culturales de mayor prestigio internacional. LA REBELIÓN DE LAS MASAS, publicado por primera vez en 1930, es la obra más difundida y famosa de Ortega. Como nos explica Julián Marías en su Introducción, el libro va pareciendo más verdadero, más fiel a la realidad a medida que pasa el tiempo. La razón de su renovada actualidad confirma el carácter filosófico de esa obra frente el significado político que con frecuencia se le ha atribuido erróneamente. «Pienso que toda vida –dice Ortega- ... se compone de puros instantes, cada uno de los cuales está relativamente indeterminado respecto al anterior, de suerte que en él la realidad vacila..., y no sabe bien si decidirse por una u otra entre varias posibilidades. Este titubeo metafísico proporciona a todo lo vital esa inconfundible cualidad de vibración y estremecimiento».
«NADA ES COMPARABLE AL ASOMBRO DE VIVIR».
A lo largo de mi vida, mis terapeutas han sido Platón, Sócrates, Marco Aurelio, san Agustín y Viktor Frankl, entre otros. También pueden ser los tuyos.
La razón me reveló que la tristeza es un desperdicio y que la inteligencia siempre tiende a la alegría. El pesimismo no es más que una perspectiva parcial y frente a él, el amor cura e invita al optimismo.
Esto es lo que quiero compartir contigo: que el ser humano puede elegir, que no es una marioneta en manos de la fatalidad, que es posible encontrar esperanza, que el dolor psíquico puede superarse y que el optimismo no es signo de ingenuidad, sino un ejercicio de lucidez.
La filosofía es la herramienta que nos ayuda a vivir mejor.
Mayormente, lo que Dios hace es amarte.
Si pudiéramos creerlo, en verdad creerlo, ¿qué tan distintos seríamos? ¿Qué tan diferente sería nuestra vida? ¿Qué tanto alteraría nuestro mundo? Si alguna vez has batallado con tu conexión con Dios (¡o incluso si acaso te sientes conectado con alguna fe!), no estás solo. Sobre todo en nuestro mundo moderno, con su incesante e infinito ciclo de noticias, todos nos debatimos con preguntas así. ¿Lo hacemos solos, con desesperanza y resignación? ¿O le buscamos sentido en Dios, con esperanza? En estos tiempos inciertos, ¿creer en el poder del amor divino es lo que podría tener más sentido?