Entre 1906 y 1907, William James (1842-1910) pronunció una serie de conferencias que darían lugar a Pragmatismo, manifiesto para una filosofía del futuro, más práctica y humana, centrada en la cotidianidad del hombre, que provocaría grandes críticas entre mentalidades racionalistas pero también enorme entusiasmo entre filósofos vitalsitas como Bergson. Heredero del espíritu empirista y utilitarista pero abierto a interpretaciones prácticas de la metafísica y la religión, James reexaminó en esta obra no sólo algunos de los problemas perennes de la filosofía, sino también los desafíos que el evolucionismo y la ciencia moderna planteaban a las viejas concepciones de lo humano y lo divino, la verdad y la libertad. Escrito a caballo entre dos mundos, un pasado puritano que no acababa de morir y un futuro modernista que empezaba a nacer, Pragmatismo es un texto sumamente interesante para entender el papel de la filosofía en tiempos convulsos.
La «Historia del pensamiento» de Jesús Mosterín está integrada por libros monográficos autónomos, que se caracterizan por la frescura de la mirada, el enfoque interdisciplinar, la relevancia actual, la lucidez del análisis y la claridad de la exposición. En su conjunto, la serie ofrece una panorámica única y completa de la evolución de las ideas filosóficas, religiosas, científicas y políticas, situadas en su contexto social. Profundamente renovada y actualizada en algunos capítulos, además de incorporar otros nuevos, esta segunda edición del volumen dedicado a China expone el desarrollo del pensamiento y la civilización chinos hasta la actualidad, en que este gran país parece en curso de recuperar el lugar central que desempeño en la historia hasta el siglo XVII. La filosofía china ha sido siempre poco religiosa y dogmática. La preocupación ética y política, característica del confucianismo, ha marcado las reflexiones de los letrados y funcionarios, mientras que la temática naturalista y metafpisica ha centrado la atención de los daoístas y budistas. El análisis de la paz y de la guerra por el filósofo Mo Di y la comunión con la naturaleza a través del dáo son dos ejemplos de la actualidad de estas ideas.
Byung-Chul Han reflexiona en este ensayo sobre la crisis temporal contemporánea. Según el autor, no estamos ante una aceleración del tiempo, sino ante la atomización y dispersión temporal -a la que llama disincronía-. En la disincronía, cada instante es igual al otro y no existe ni un ritmo ni un rumbo que dé sentido y significación a la vida. El tiempo se escapa porque nada concluye, y todo, incluido uno mismo, se experimenta como efímero y fugaz. En consecuencia, la muerte es un instante más, un final a destiempo. Esto invalida la vivencia de la muerte, en Nietzsche y Heidegger por ejemplo, como consumación de una unidad con sentido. El presente libro sigue el rastro, histórica y sistemáticamente, de las causas y síntomas de esta disincronía. Pero también reflexiona sobre la posibilidad de una recuperación. El final del tiempo como duración narrativa no tiene por qué traer consigo un vacío temporal. Al contrario, da lugar a la posibilidad de una vida que no necesita de la teología ni la teleología, y que a pesar de ello tiene su propio aroma. Pero para ello es necesario un cambio. En palabras de Byung-Chul Han, «la crisis temporal solo se superará en el momento en que la vita activa, en plena crisis, acoja de nuevo la vita contemplativa en su seno.»