Se ha afirmado que estamos en la era posmoderna. Estallido de lo social, disolución de lo político: el individuo es el rey y maneja su existencia a la carta... Este libro ausculta esta mutación esencial e investiga los rasgos significativos de los tiempos actuales, tan alejados de la rebelión y el disentimiento característicos de los años de expansión. Nuevas actitudes: apatía, indiferencia, deserción, el principio de seducción sustituyendo al principio de convicción, generalización de la actitud humorística. Nueva organización de la personalidad: narcisismo, nuevas modalidades de la relación social, marcadas en particular por la reducción de la violencia y la transformación última de sus manifestaciones. Nuevo estado de la cultura: agotamiento y derrumbe de lo que ha significado la vanguardia durante el siglo XX.
El autor atribuye el conjunto de estos fenómenos a un mismo factor: el individualismo es el nuevo estado histórico propio de las sociedades democráticas avanzadas, que definiría precisamente la era posmoderna.
«En la serie de textos publicados recientemente sobre el tema del individualismo, el libro de Lipovetsky es, sin duda, el más importante: el que llega más lejos en las descripciones, el que profundiza mejor las explicaciones. Un lenguaje preciso y galopante: el movimiento de las zapatillas de tenis que recorren los fast food y los grandes almacenes. Un lenguaje, además, abundante que se adhiere a los objetos apilados en los grandes supermercados o a los gestos acelerados de los vídeos de música pop» (C. Vigarello).
«Con La era del vacío y El imperio de lo efímero, Gilles Lipovetsky se ha convertido en una estrella de los analistas de la contemporaneidad» (Vicente Verdú).
Un libro polémico que ha de irritar a muchos porque la sinceridad no gusta a quienes están acostumbrados al discurso «políticamente correcto», es decir, a la realidad maquillada, a la verdad silenciada y al elogio ritual. Un libro dirigido a los que padecen por la Injusticia disfrazada de Justicia y a quienes buscan lo que hay detrás de las leyes hipócritas, de las palabras altisonantes y de las ideologías hueras. Alejandro Nieto, después de haber analizado implacablemente en otro ensayo lo que es la realidad de la Justicia y la Ley, se concentra ahora en el Poder Judicial demostrando que no es un Poder constitucional, desde el momento en que está subordinado al Poder político, que sus miembros, diga lo que diga la Constitución, no son independientes ni responsables y, por otro lado, que la organización judicial en su conjunto no es sino un mero servicio público, el de la Administración de Justicia, que más que administración es desgobierno. La prensa informa diariamente de los desastres de esta Administración –de sus retrasos, de sus costes, de sus disparates- y de su sumisión al gobierno a través de un Consejo General del Poder Judicial descaradamente manipulado por los partidos políticos. Todos estos hechos son bien conocidos y lo que faltaba era relacionarlos en un síndrome global que aquí se llama el desgobierno judicial.
En Orientalismo, Edward W. Said nos ofrece una descripción esclarecedora de la formación y desarrollos de los tópicos sobre el islam y sobre los musulmanes, que muchas veces impiden o sesgan nuestra visión. Se nos muestra cómo estos «clichés ideológicos» obedecen a los intereses y estrategias del poder dominante y señala la dificultad para el mundo occidental de pensar sobre Oriente si antes no se logra romper esos prejuicios que distorcionan nuestra lectura. Asimismo, nos muestra cómo la relación entre Oriente y Occidente es una relación de poder, construida sobre la subordinación de la idea de Oriente al fuerte imaginario occidental asentado en la superioridad centralista de un «nosotros» enfrentado a un «ellos», lo no europeo, vivido como «lo extraño».