Si bien es reconocido mundialmente como uno de los grandes novelistas del género histórico, y especialmente marítimo, Patrick O’Brian fue, en realidad, un gran contador de historias.
Publicada por primera vez en 1976, es ésta una biografía completa, exhaustiva, pero a la vez profundamente personal del gran pintor que fue Pablo Picasso, y la única que ha sabido apreciar plenamente los orígenes mediterráneos del carácter y el arte del artista.
Todo en Picasso, excepto su estatura física, era de una escala enorme. Jamás ningún pintor fue tan asombrosamente productivo y con tanta calidad; y tampoco ninguno consiguió ganar tanto dinero en vida con su obra. Nadie puede rivalizar con él en el interés del público, siempre ávido e insaciable. Y Patrick O’Brian, amigo personal de Picasso, lo conocía lo suficientemente bien como para captar la esencia real de su personalidad.
La batalla por recuperar la libertad frente a las élites que intentan redefinir nuestro futuro.
Tras la caída del Muro de Berlín, aquellos destinados a liderar la sociedad creyeron que la tecnología y la globalización nos traerían un futuro espléndido. Sin embargo, se convirtieron en víctimas del pensamiento Pluto, una ideología perezosa que parecía invencible. Mientras tanto, algunos jóvenes activistas desde despachos universitarios estaban diseñando una nueva propuesta revolucionaria y social que, años más tarde, tendría en Occidente más influencia de la que jamás tuvo el comunismo.
La caída del Muro no trajo la libertad esperada, sino nuevas cadenas invisibles.
Hoy, quienes estudiaron en los años ochenta y noventa en costosas universidades privadas se preguntan por qué pasaron sus días aplicando políticas de igualdad y sostenibilidad basadas en principios que no compartían. La respuesta radica en que se equivocaron al pensar que la economía y la tecnología resolverían todos los problemas. El resultado contemporáneo es la disputada Agenda 2030, salpicada de dudas y muchos interrogantes, como: ¿Quién ha diseñado la agenda política actual? ¿Por qué el cambio climático es una prioridad por encima de la natalidad? ¿Es más poderoso el que hace la ley o el que logra imponer un nuevo sentido común?
LA TRANSICIÓN DEL ANTIGUO RÉGIMEN A UN ESTADO MODERNO CIMENTADO EN UNA CONSTITUCIÓN.
Este periodo crucial supuso la transición de un Estado basado en el Antiguo Régimen a uno moderno, cimentado en una Constitución que definiera la soberanía, los derechos individuales y la separación de poderes, creando un marco armónico y aceptable para todas las familias políticas.
El proceso, sin embargo, no estuvo exento de complicaciones. La discrepancia en los medios para establecer este nuevo orden, ya fuera mediante la revolución o la reforma, y la dificultad de equilibrar la libertad como motor de progreso con la necesidad de un Estado fuerte, añadieron capas de complejidad. Jorge Vilches, con su claridad y rigor, nos ofrece una visión detallada de esta situación, revelando cómo emergieron dos campos bien definidos: los conservadores, que priorizaban el orden como condición indispensable para las libertades, abogando por reformas viables; y los liberales, que veneraban la revolución como herramienta para cambiar el país en nombre del pueblo, en detrimento de los elementos «reaccionarios», y que demandaban un gobierno revolucionario exclusivo.