Si bien David Hume (1711-1776) suele ser conocido y valorado principalmente por su obra filosófica, él se consideró siempre un escritor y como tal destacó entre sus contemporáneos. Su amplio abanico de intereses y sus vastos conocimientos le llevaron a ocuparse en sus obras de carácter moral -en su sentido etimológico: referido a las 'costumbres' o 'hábitos'- de cuestiones más humildes, pero a menudo presentes en la vida cotidiana (los caracteres, la superstición, la avaricia, el divorcio, la conformidad...), que iluminó con su experiencia y un buen juicio excepcional. En esta selección de sus Ensayos morales, todos ellos de amena lectura, Hume se revela como un pensador muy adelantado a su época que defiende, por ejemplo, un matrimonio basado en la igualdad, o bien opiniones en torno al suicidio y la inmortalidad del alma muy discordantes con el sentimiento religioso común en su época.
En La emoción, fuente de vida, Francisco Mora, aclamado autor de Neuroeducación, nos invita a reflexionar sobre un asunto de especial relevancia en las sociedades occidentales actuales, en las que las personas cada vez viven más tiempo sin saber, en ocasiones, para qué: el envejecimiento. Un asunto que, por su importancia, guarda implicaciones a nivel personal y cotidiano, profesional e intelectual, científico y filosófico e incluso religioso. La obra, publicada anteriormente con el título Ser viejo no es estar muerto, recalca la importancia que tiene a la hora de afrontar ventajosamente esta etapa de la vida una de las vertientes fundamentales del ser humano: la emoción, esa energía que mueve el mundo vivo, «ese motor que todos llevamos dentro y que nos empuja a seguir vivos».
En este ensayo erudito y apasionado, sin duda su obra más personal, Robert Graves (1895-1985) reconstruye el lenguaje mágico de la Europa antigua mediterránea y septentrional, vinculado a ceremonias religiosas populares en honor a la diosa Luna. En ella mezcla distintos géneros para, a través de los bosques mitológicos de medio mundo, sumergirnos en los antecedentes históricos, tribales y místicos de la poesía, pasando de las mitologías griegas a las simbologías panteístas y naturalistas de los bardos celtas, para terminar satirizando a la sociedad contemporánea. La presente y definitiva edición de La Diosa Blanca la ha llevado a cabo el profesor Grevel Lindop a partir de la última versión y apuntes del autor para la de 1961. Esta nueva y meticulosa traducción es obra de su hijo y albacea literario William Graves.