No hay nada que temer porque todo es peligroso. Solo este aprendizaje podrá quizás reconciliarnos con la prodigiosa amplitud del acto de pensamiento. El peligro nos rodea, habita en nuestro quehacer cotidiano y nos angustia cuando se nos escapa. Ante esto solo buscamos una cosa: seguridad. Pero este reclamo no proviene de nosotros, abrumados por la realidad que nos sobrepasa. El miedo es ante todo un vasto proceso político de definición, en el que lo que está en juego es ni más ni menos la posibilidad de una distinción entre lo pensable y lo impensable. En un texto lleno de virtuosismo, en el que combina música y derecho romano, filosofía e historia, psicoanálisis y teología, Laurent de Sutter nos recuerda hasta qué punto temer el peligro es hacerse eco del temor de un poder para el que la seguridad es la mejor manera de perpetuarse. «Elogio del peligro» permite mantener las puertas abiertas a la posibilidad y al registro de lo probable. Es preciso, aprender a vivir con el peligro cada día, explorando y ampliando nuestros propios límites, para poner en entredicho las fuerzas soberanas que en pro de la seguridad nos constriñen. Nunca es a nosotros a los que el peligro debe espantar, sino a los que les gustaría administrar nuestro mundo como lo hace un propietario con su casa, de la que seríamos simplemente ocupantes ciegos e impotentes.
Esta obra constituye una de las primeras introducciones a la nueva rama de la filosofía centrada en aplicar conceptos de información para afrontar problemas ontológicos, epistemológicos y éticos. Liderada por el filósofo italo-británico Luciano Floridi, la filosofía de la información ha surgido en las últimas décadas como un intento de incorporar los efectos de la revolución digital a los métodos y temáticas de las que se encarga el pensamiento filosófico. ¿Qué es el significado? ¿Cómo obtenemos conocimiento de la realidad? Desde principios de los años cincuenta del siglo pasado hasta la actualidad, Rudolf Carnap, Yehoshua Bar-Hillel o Fred Dretske, entre otros, han buscado emplear nociones informacionales para intentar responder a estas cuestiones.
El cuerpo de Job y su alma está atravesado por el mal. Desnudo, recubierto de llagas, cae en la ceniza y conoce en primera persona la injusticia del sufrimiento. Su plegaria solo puede adoptar la forma extrema del grito, dirigido a Dios: «¿Por qué a mí?». El castigo que padece Job no compensa ningún mal, ya que él no ha cometido un crimen; tampoco es una venganza, porque nunca ha hecho daño a nadie. Expuesto a una violencia insensata cuya naturaleza no puede comprender, Job se ve inmerso en una experiencia intraducible. Queda solo el grito, como el modo más radical de la pregunta la misma que él lleva inscrita en el nombre, porque Job en hebreo significa «¿Dónde está el padre?». En este ensayo, lúcido y breve, Massimo Recalcati enfoca desde el prisma del psicoanálisis la pregunta de Job, el grito que desborda cualquier posible respuesta: el dolor no puede explicarse en términos de sentido porque no existe teología, ni ninguna otra forma de conocimiento, capaz de justificar su desmesura.