Las escuadras de La Habana y Jamaica estaban destinadas a enfrentarse. La primera buscaba defender la flota presta a zarpar desde Nueva España con extraordinarias cantidades de oro, plata, y valiosas mercaderías, imprescindibles en España. La segunda intentaría a toda costa capturarla, cumpliendo así el designio de su almirante. El 12 de octubre de 1748, al este de La Habana, sobre la zona de Boca de Jaruco y Santa Cruz del Norte, se produjo el combate, seguramente el más importante en lo que iba de siglo en aguas cubanas. Andrés Reggio y Charles Knowles como máximos oficiales pusieron en valor lo mejor de sus conocimientos, secundados por valiosos oficiales, marineros y militares altamente capacitados en el arte de la guerra en el mar. Vencedores y vencidos son etiquetas que no siempre evidencian la esencia de una batalla y mucho menos el valor de los que la libraron. Si algo se pretende enfatizar es el coraje y el honor de los hombres que tomaron parte en el lance.
El Romanticismo eligió Andalucía y reinventó su paisaje montañoso y multicolor, sus recónditas y arriesgadas sendas, sus misteriosas ruinas, el trazado peculiar de sus pueblos y ciudades, y, sobre todo, su ambiente vivo y popular, atrajeron la sed de aventura y la moda viajera de unos europeos que huían del racionalismo y la modernidad. El turismo de los inicios venía protagonizado por las élites británicas de las más ilustres universidades: intelectuales, historiadores, anticuarios o científicos que descubrieron un país ignoto con una historia milenaria, distinta y distante del turismo de masas de la actualidad.
Camilo José Cela, el taller del escritor recoge un conjunto significativo de aproximaciones a la atenta labor mediante la que el autor de La colmena organizó y moduló lo que podemos llamar su taller de escritor profesional. Poesía, novela, memorias, libros de viaje y apuntes carpetovetónicos fueron objeto de una vigilante tarea de gestación y preparación editorial. En ese proceso se va dibujando una interesante geografía cuyo recorrido separa la redacción manuscrita de la salida de la obra a la luz. Este volumen aborda ese derrotero iluminando sus aspectos menos conocidos desde la irrupción de Cela en la escena literaria española de los años cuarenta, y a lo largo de más de tres décadas. Uno de los perfiles menos atendidos de la personalidad de Camilo José Cela (1916-2002) como escritor remite a su conciencia respecto a todas aquellas facetas que envuelven el proceso creativo. Cela cuidó con esmero del obrador o taller que alumbró su obra, concebida más allá de las etiquetas convencionales de género –de las que siempre descreyó– y desde un radical compromiso con su tiempo y su lugar a través de la palabra. El escritor contempló cada una de sus iniciativas creadoras como un proyecto global en el que meditaba cuidadosamente: notas, manuscritos, espacios de creación, editoriales, reediciones e incluso contextos culturales. Así pues, si las coordenadas de su creación literaria iluminan en buena medida los distintos caminos de la narrativa española de posguerra, estos también se comprenden mejor al conocer los propósitos y los estímulos que alentaron, en cada una de sus etapas, la expresión pública de Cela a través de su obra.