«Los aedos y sus mitos son los ojos y los oídos de un pueblo que hace de su memoria el cemento de su identidad y sabe que existir significa recordar.» De los orígenes de una estirpe condenada a enfrentarse ante las murallas de Troya, de las lides con Aquiles al victorioso regreso a la patria con Casandra: este es el emocionante relato de una civilización perdida, narrado a través de las palabras del rey que lideró al ejército griego en una guerra convertida en leyenda. Hombre poderoso y acostumbrado a decidir la suerte de su pueblo, orgulloso, arrogante y duro, Agamenón está solo en la oscuridad de la noche mientras escudriña el horizonte desde la proa. Recuerda los diez años de una guerra sangrienta, en cuyos campos de batalla ha visto caer a hombres fuertes y valerosos, tan desdeñosos del adversario como de su propio destino. Con una mirada más compleja y objetiva que la de Odioseo o Aquiles, el rey de Micenas nos conduce al centro del mundo homérico con sus héroes, sus valores y su sentido de la gloria y la venganza, del amor y la muerte.
En un régimen de dominación de conciencias, en que los que más trabajan menos pueden decir su palabra, y en que inmensas multitudes ni siquiera tienen condiciones para trabajar, los dominadores mantienen el monopolio de la palabra, con que mistifican, masifican y dominan. En esa situación, los dominados, para decir su palabra, tienen que luchar para tomarla. Aprender a tomarla de los que la retienen y niegan a los demás, es un difícil pero imprescindible aprendizaje: es «la pedagogía del oprimido». La pedagogía de Paulo Freire, siendo método de alfabetización, tiene como idea animadora toda una dimensión humana de la «educación como práctica de la libertad».
Un manifiesto filosófico que desafía la tiranía de la productividad y proclama el derecho a la pereza para garantizar el libre descanso como un bien común al alcance de cualquiera.
«Quiero libertad, el derecho a expresarme por mí misma, el derecho de todos a las cosas bellas y radiantes.» La declaración con que Emma Goldman definió el anarquismo no solo habla de un movimiento político, sino que contiene una filosofía donde la belleza, el placer y la igualdad son elementos esenciales de la existencia humana.
Inspirado en Paul Lafargue y Hannah Arendt, Juan Evaristo Valls Boix hace de esta convicción la base para desplegar un conjunto de políticas sociales que cuiden la vida allí donde es inútil y no trabaja. Con una prosa luminosa y combativa, el autor defiende derechos esenciales -como el derecho a la pereza, la huelga o la jubilación- no como concesiones del sistema, sino como actos radicales de resistencia a la alienación capitalista.
Para quienes encuentran en el entusiasmo, la autosuperación o el emprendimiento una sucia trampa neoliberal con la que justificar la explotación y la precariedad, este libro es una invitación a la tranquilidad y la holgazanería, pero sobre todo es un alegato en favor de las estructuras públicas que las hacen posibles. La pereza ha sido durante demasiado tiempo el privilegio de unos pocos, ya es hora de que se convierta en un derecho para todos.