Los mitos griegos son clásicos atemporales cuyas historias y protagonistas nos cautivan desde la Antigüedad. Los dioses y héroes de estas leyendas son un espejo de la condición humana y encarnan características y verdades universales como el valor, la avaricia, la ambición, la venganza o la arrogancia. Estos rasgos son la base de dramas inmortales y ricas narraciones, tan profundas como entretenidas, que conforman la base de la cultura y la literatura actuales y permanecen vigentes y fascinando a lectores de todas las edades.
En todas las sociedades, como en las personas, existe una tensión entre lo que Baruch Spinoza denominaba las «emociones tristes» y las emociones amables o plácidas. Cada país tiende hacia un polo u otro, y esto define su identidad cultural. Algunas naciones se han inclinado demasiado hacia los sentimientos malsanos, sobre todo en el ámbito de la política.
Es el caso de España en determinados momentos de su historia, así como de América Latina, una región que ha padecido demasiados conflictos que se habrían podido resolver pero terminaron en una guerra, proyectos truncados por disputas, buenas leyes que no se promulgaron por la incapacidad de llegar a acuerdos o líderes sensatos que se perdieron por sus mezquindades. Todos estos pesares habrían sido más fáciles de superar si no hubiesen estado envenenados por las furias de la política, por el cerramiento emocional de los espíritus.
Este libro explora la historia del continente lationomericano a partir de las emociones y muestra cómo esa perspectiva permite un mejor entendimiento de sus problemas: la violencia, la corrupción, la falta de unidad social, la ineficacia del Estado, el incumplimiento de las leyes y las dificultades para consolidar la democracia. Así, Mauricio García Villegas analiza el papel que el dolor y el odio han ejercido en los asuntos sociales y políticos de América Latina.
En casi todos los hogares hay un ejemplar de la Biblia, pero la mayoría de las personas jamás lo han abierto. Sin embargo, a pesar de la distancia -espacial, temporal y cultural- que nos separa de ellos, los textos de la Biblia siguen teniendo vigencia y fuerza. Difícilmente nos dejan indiferentes. Para los creyentes, son una luz que alumbra la fe, y para los no creyentes, una experiencia humana nada desdeñable.
Los textos que ofrece esta obra son fundamentales y, en cierta medida, claves para conocer la Biblia. Son veinte fragmentos –la mayoría, del Antiguo Testamento, especialmente desconocido para el gran público–, agrupados en tres bloques que hablan a su vez de tres focos de atención vitales: el universo, el hombre y Dios.