En casi todos los hogares hay un ejemplar de la Biblia, pero la mayoría de las personas jamás lo han abierto. Sin embargo, a pesar de la distancia -espacial, temporal y cultural- que nos separa de ellos, los textos de la Biblia siguen teniendo vigencia y fuerza. Difícilmente nos dejan indiferentes. Para los creyentes, son una luz que alumbra la fe, y para los no creyentes, una experiencia humana nada desdeñable.
Los textos que ofrece esta obra son fundamentales y, en cierta medida, claves para conocer la Biblia. Son veinte fragmentos –la mayoría, del Antiguo Testamento, especialmente desconocido para el gran público–, agrupados en tres bloques que hablan a su vez de tres focos de atención vitales: el universo, el hombre y Dios.
La búsqueda de la verdad es el inicio de un movimiento de elevación, de distancia, de libertad, de paz. La filosofía, su práctica existencial, es justamente esa forma de la acción y del amor (del amor a todas las cosas por su sentido verdadero). La erudición, la lógica o los métodos son los apoyos ulteriores de este acontecimiento espiritual, el cual, como todos los acontecimientos, no tiene su origen simplemente en el hombre, pero exige de este una tensión máxima, un punto máximo de la inquietud de su corazón. Los ensayos que se contienen en este libro ilustran momentos de filosofía. Su finalidad es la de animar a sus lectores a penetrar con valentía en ciertos textos y ciertos autores de nuestra riquísima tradición espiritual, sin dejarse intimidar por obstáculos fingidos (terminología complicada, abstracción extraordinaria, necesidad de una erudición enorme para entender algo, etc.). Para ello se recurre a una exposición apoyada lo más posible en los clásicos preferidos del autor, entre los que se encuentran Platón, Rosenzweig, Lévinas o Michel Henry.
El gran problema del siglo XXI es la abundancia: una abundancia que asfixia nuestra vida y la hace dependiente de las deudas, el estrés y la ansiedad.
¿Cómo esta su casa? A veces tenemos nuestro hogar lleno de cosas, pero no hay sitio para nuevas relaciones o una vida simple y ordenada. Muchos cachivaches se amontonan en garajes, trasteros o por todos lados. La gente alquila espacios para guardar cosas que no volverán a usar.
¿Ha llegado al punto en que disfruta más viendo las cosas salir de su hogar que entrar? Uno de los grandes peligros es que nuestras posesiones terminen dominando nuestra vida. La codicia es el problema del hombre desde siempre. Una parte fundamental de nuestro llamado como cristianos es la sencillez. Jesús quiere liberarte de la carga de las cosas y devolverte la alegría de una vida mucho más simple.