En 1565 Richard Breton edita en París Les Songes drolatiques de Pantagruel, una colección de 120 estampas grabadas en madera por un autor anónimo, que las firmó utilizando el nombre de Rabelais. El artista desconocido que grabó las estampas pudo ser François Desprez. Una selección de 25 estampas de Desprez fueron la inspiración directa de la serie de 25 litografías de Salvador Dalí tituladas también Les Songes drolatiques de Pantagruel. Dalí mantuvo las composiciones originales, introduciendo pequeños detalles que subrayaban su carácter fantástico. El imaginario carnavalesco pasa por el filtro de la «paranoia-crítica» daliniana, en una expansión de la estética de lo grotesco. Ese ciclo satírico-surrealizante sirve como pretexto visual para revisar a ese artista extravagante que llegó a decir que «la belleza será comestible o no será». Dalí canibaliza el mundo pantagruélico y nos invita a degustar un menú que es más inquietante que sabroso.
Con este libro, la autora te concede el permiso de evaluar sus vivencias y te reta a identificar tu propio proceso en el
caminar de fe. Esta obra inicia diciéndote: “siéntete libre de juzgar esta narrativa como una experiencia de vida más. Sin
embargo, puede ir más allá de una situación vivida por ministros o lideres cristianos; me ocurrió a mí y puede ser
también tu historia”. La transparencia, humildad y como la autora entrega su historia, da peso a sus afirmaciones y
argumentos encendiendo una luz de verdad divina sobre la condición del pueblo de Dios en estos tiempos.
En un imponente castillo gótico situado en la cima de una colina, en el corazón de la Alemania nazi, un variopinto grupo de oficia les aliados pasó la segunda guerra mundial intentando escapar de sus captores nazis.
Durante cuatro años estos prisioneros pusieron a prueba los muros de Colditz con ingeniosos intentos de fuga que se convertirían en leyenda. Pero, como demuestra Macintyre, la verdadera historia fue aún más sorprendente. Los reclusos representaban una sociedad en miniatura, llena de héroes y traidores, con conflictos de clases y alianzas secretas, y toda la gama de la alegría y la desesperación humanas. Los nombres más famosos de Colditz comparten espacio con personajes menos conocidos, desde los elitistas miembros del Club Bullingdon hasta el paracaidista estadounidense reconocido como el agente secreto menos exitoso de su país.
Combinando la intriga de la época y agudos retratos psicológicos de sus exitosos relatos de espías de la vida real, Macintyre ha insuflado nueva vida a uno de los mejores episodios de guerra jamás contados. Profundamente investigado, lleno de increíbles historias humanas, y con la maestría narrativa de Macintyre, este es el libro definitivo sobre el castillo de Colditz.