Basándose en las miles de páginas de los cuadernos manuscritos de Leonardo y nuevos descubrimientos sobre su vida y su obra, Walter Isaacson teje una narración que conecta el arte de Da Vinci con sus investigaciones científicas, y nos muestra cómo el genio del hombre más visionario de la historia nació de habilidades que todos poseemos y podemos estimular, tales como la curiosidad incansable, la observación cuidadosa y la imaginación juguetona. Su creatividad, como la de todo gran innovador, resultó de la intersección entre la tecnología y las humanidades. Despellejó y estudió el rostro de numerosos cadáveres, dibujó los músculos que configuran el movimiento de los labios y pintó la sonrisa más enigmática de la historia, la de la Mona Lisa. Exploró lasleyes de la óptica, demostró como la luz incidía en la córnea y logró producir esa ilusión de profundidad en la Última cena.
La habilidad de Leonardo da Vinci para combinar arte y ciencia -esplendorosamente representada en el Hombre de Vitruvio- continúa siendo la regla de oro de la innovación. La apasionante vida de este gran hombre debe recordarnos la importancia de inculcar el conocimiento, pero sobre todo la voluntad contagiosa de cuestionarlo: ser imaginativos y pensar de manera diferente.
El problema del acoso escolar cada vez es más grave en los centros educativos. Ante la impotencia de padres, profesorado y alumnos, el psicólogo Vicente E. Caballo junto a Gloria B. Carrillo han preparado elaborado una serie de sesiones para trabajar en grupo para evaluar y trabajar estas situaciones antes de que supongan un problema de convivencia o conducta o llegar a una gravedad que entrañe el trastorno.
Galaxia HAbilidades SOciales Programa de prevención del acoso escolar, además de explicar e informar sobre cómo se evalúa y se interviene en situaciones de acoso, propone un nuevo programa de prevención del acoso escolar centrado en el entrenamiento de habilidades sociales tanto para menores como para mayores. El libro incluye además el juego Galaxia HA(bilidades) SO(sociales) para perfeccionar y afianzar dichas habilidades.
En 1839 los rumores sobre unas extraordinarias ruinas de piedra enterradas en las selvas de Centroamérica llegaron a oídos de dos de los exploradores más intrépidos del mundo.
Cautivados por las noticias, el diplomático norteamericano John Lloyd Stephens y el artista británico Frederick Catherwood —ambos ya conocidos por sus aventuras en Egipto, Tierra Santa, Grecia y Roma— zarparon del puerto de Nueva York en una expedición a las inhóspitas selvas de los territorios actuales de Honduras, Guatemala y México.
Lo que descubrieron cambiaría drásticamente el entendimiento de Occidente respecto a la historia humana.